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Sentía las mejillas calientes y cuando se puso de pie todo a su alrededor comenzó a dar vueltas. Definitivamente estaba ebrio, pero a Jeongin qué más le daba, se le había acabado el Soju e iría a la tienda por un par de botellas más. Tenía buena resistencia al alcohol, o al menos eso creía.

Sólo tomó su billetera, fue hasta la salida, se puso su abrigo, sus zapatillas y una gorra, y entonces salió sin más.

Cuando la puerta se cerró, la pantalla de su celular se encendió sobre la mesa debido a una notificación de Instagram. Seguido de esto, empezó a vibrar por una llamada entrante.

Jeongin ya tenía el par de botellas en una bolsa. Se encontraba a una cuadra de su edificio cuando un grupo de hombres le tendieron una emboscada. Yang no estaba de humor para lidiar con imbéciles que se le cruzaran en el camino.

— Eres su hijo, ¿no? — habló el hombre de barba mal rasurada. Al parecer era el jefe de los otros. — Yang JeongIn.

— ¿Qué?

— La perra de tu madre dijo que tú tenías dinero. — así que se trataba de eso: drogas. No era la primera vez. — Te vendió como si nada la maldita drogadicta deudora. Ella a las justas y puede mantenerse parada después de recibir su castigo. Lo más justo es que su hijo pague sus deudas, ¿no crees?

— No sé de qué hablan...

— ¡¡Yah!! ¡No intentes engañarme! Sé que eres su hijo. — avanzó dos pasos y Jeongin retrocedió uno instintivamente. — Conocí a tu padre, eres su vivo retrato. Ahora dime dónde está el puto dinero.

— Soy un estudiante. No tengo dinero.

— Carajo — les dio una señal a sus acompañantes y uno de ellos tumbó a Jeongin al suelo con un patada directa en la rodilla. Yang gritó de dolor.  — No soy una persona que se caracteriza por su paciencia.

— Déjame en paz. No tengo tu asqueroso dinero. Esa mujer ya no es mi madre. ¡¡Es una drogadicta que busca su propia muerte, pero es tan cobarde que en vez de suicidarse, le jode a imbéciles como tú!!

Tras sus palabras comenzaron a golpearlo con más fuerza. Las patadas lo hicieron cubrirse con sus brazos. De repente algunos recuerdos renacieron en su memoria. Su madre golpeándolo y dejándolo tirado en el piso, para después irse y dejarlo encerrado en la casa con llave. Jeongin le gritaba de pequeño que no se fuera, que no lo abandonara, que no lo dejara solo.

Después de tantos golpes y con el alcohol en sus venas, comenzó a sentirse mareado, su cabeza daba vueltas y tuvo náuseas. Cuando creyó que se iba a desmayar, se detuvieron y dos tipos sujetaron sus brazos y lo pararon frente al jefe patético.

— Me estás haciendo perder tiempo, niño inútil. — suspiró frustrado. — Dime cómo me vas a pagar o venderé a tu madre como una puta.

— Haz lo que quieras, no me importa.

— Ella me dijo que hay una familia que te ayuda. Tu amigo, es quien está económicamente presente en tu vida, ¿no es así? Sus padres deben tener dinero. Sé en qué universidad estudias y no es nada barata tu educación. Dime sus nombres y su dirección, entonces te dejaré en paz.

— Claro, sólo debes ir...— sonrió y lo miró fijamente — irte a la mierda.

El jefe patético alzó su puño y estuvo a punto de golpearlo, pero de repente llegó un auto y se estacionó frente a ellos tras frenar en seco. Todos se quedaron mirando aquel auto que por poco pareció que iba a subirse por la vereda y atropellarlos. Jeongin no prestaba mucha atención, él sólo quería volver a casa; estaba más preocupado por sus botellas de Soju que por la golpiza que había recibido.

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⏰ Last updated: Apr 17 ⏰

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Primera hoja de otoño 🍁| MINJEONGWhere stories live. Discover now