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martina
☆   ☆   ☆

Dos horas de vuelo después, bajo en el aeropuerto de París, agarro mis maletas y voy en busca de alguien que me lleve a casa luego de una semana de haber estado en Barcelona, de cumpleaños de Madison haciendo cualquier otra cosa menos las que deberia hacer.

–¿Y esta indigente?

Alguien detrás de mi, que me respira en la nuca, habla en tono burlesco. Doy media vuelta y ahí me encuentro a Leandro mirándome con una sonrisa luego de ver como estaba vestida, con el buzo más grande que vas a ver en tu vida, gorro puesto y anteojos. También con resaca.

–¿No vino algún ser querido mío a buscarme?

–Yo soy un ser querido tuyo.

–No, a vos no te quiero yo...

–Igual pensé que venía Madison, por eso vine... me tiene bloqueado de todos lados —dice agarrando mi maleta y mi cartera.

–Por algo te tendrá bloqueado, ¿No? Lo debes merecer.

–Le mandé un mensaje por Telegram por su cumpleaños y también me bloqueó, ¿Podés creer?

–Ah no, esa fui yo —lo miro riendo ganándome una mala mirada—. Igual sabe que la saludaste... pero no pudo responder por estar encima de la boca de otro.

No responde y seguimos caminando hasta su auto, yo me siento en el copiloto y él guarda mis cosas atrás.

–¿Troleaste en Barcelona?

–¿Vos gateaste quedándote acá?

Me mira riendo y choca los cinco. Cómo si fuese un orgullo lo nuestro.

–A Madison le iba a decir de...

–¿Otra vez con Madison? Déjala ser, ya no quiere saber nada... la lastima todo esto.

–Si, pero le iba a decir de ir a algún lugar con nieve o playa... en Mayo tenemos una semana libre.

–¿Y que te dijo?

–Nada, si me bloqueó de todas las redes sociales que existen... ¿No me estás escuchando vos?

–Mejor, ojalá vayas con otra y se les caiga el avión en medio del mar... si es así, agarrate al hialurónico o a la prótesis del gato que vas a llevar y quizás te salvas.

–Ojalá Enzo te cague con alguna de esas.

–Enzo puede hacer lo que quiera, si no somos nada... no más que se acuerde que ningún gato va a ser yo.

Suspira y no dice más nada. Obvio que yo siempre voy a defender a Madison que es la mujer más hermosa que existe y sin necesidad de operaciones como las que ellos suelen elegir.

Llegamos a mi casa, él vuelve a bajar mis cosas porque así hay que tenerlos, mientras yo entro y ahí me encuentro a quien no esperaba ver.

–¡Marti! —Olivia corre hacia mi y se prende a mi pierna.

–Hola, ¿Que haces acá? —la alzó dejando un beso en su frente.

iconic ; enzo fernandezWhere stories live. Discover now