¡Que empiece el juego!

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Aunque es cierto que yo la quise desde el primer día en que la vi, reconozco que los primeros días y posteriormente semanas, la veía como una madre en vez de como mi esposa.

Pero cuanto más tiempo pasábamos juntos más felices éramos, tanto, que siempre estábamos juntos, íbamos a todas partes los dos solos.

Pero esa felicidad se iba complicando por momentos, pues aunque juntos estábamos muy alegres, la guerra aún continuaba y cada vez era más dura.

El primer ataque de los Minamoto fue en la ciudad de Mikawa, cerca de Kai y de Izu, allí fue donde su fuerza quedó demostrada. Atacaron sin piedad, lo destruyeron todo, a su paso no quedaba nada más que cenizas.

Imaginad una ciudad grande, rebosante de actividad, donde la gente vive feliz y despreocupada. Después, imaginad en la lejanía una turba de polvo gigante, de más de 10 metros. No creo que haga falta que entre en muchos detalles, ya sabéis como acabó todo. Miles de muertos, los niños desparramados por el suelo, abrazando sus muñecos y juguetes. Sus padres y madres decapitados, las cabezas empaladas y los cuerpos formando muros enormes. Fue terrible, todos los que llegamos allí nos dimos cuenta de la crueldad de la guerra y lo que esta suponía para la población de Japón.

-¿Qué os parece? ¿Es precioso, verdad? Toda una ciudad arrasada-

Pero lo que cuento no acaba aquí, por el contrario nuestras tropas no se desmoralizaron como querían los Minamoto, no. Eso nunca, jamás, jamás, jamás.

Decidimos luchar con más fuerza que nunca, así pues, yo y mis soldados nos preparamos para la guerra que no había hecho más que empezar.

Como podéis imaginar emprendimos una dura contienda contra los Minamoto. Nuestros apoyos eran grandes, contábamos con grandes ejércitos valientes y leales.

Fujiwaras, guerreros budistas, Hojos, Dois, Chibas, etc....

Luchamos sin piedad contra el enemigo. Unas veces ganábamos y otras perdíamos.

Y mientras luchábamos hermanos y hermanas debido al odio que encerraban nuestros corazones. Yo fui cambiando más y más, hasta un punto en el que ya no volví a ser un niño.

TairaWhere stories live. Discover now