Capítulo 4

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Margarita.

Creo que nunca había odiado tanto mi nombre. ¿Por qué mamá no pudo ponerme un nombre más corto, algo así como Ana o Rosa? Eligió uno que incluye casi todo el abecedario.

Me costó creces aprenderme todas las letras. Son una infinidad. Y luego estaba la h, esa condena letra casi me revienta el hígado. ¿A quién se le ocurrió crearla si está de adorno?

Fue un camino largo y pesado, muy pesado. Empezamos con las vocales, relacionamos imágenes con palabras simples, luego más complejas. Me esforcé mucho por alcanzar a los otros, y ese fue el problema. ¿Saben qué es lo peor que le puede pasar a un estudiante? Ser el último lugar. Mientras todos tenían un avance sorprendente yo apenas lograba trazar algunas frases sin cometer imprudencias.

Vamos, tendría que estar orgullosa, había aprendido más que en toda mi vida. La primera vez que plasmé, sin ayuda, mi nombre en una hoja de papel sentí que una enorme piedra se desmoronaba en mi espalda. El candado que me mantenía cautiva se aflojó, estaba cada vez más cerca de ser libre. Mi motivación después de aquel pequeño progreso mantuvo una sonrisa en mi rostro algunas semanas, pero después todo cambió para mal.

—¿Cómo le va en sus clases? —preguntó Imelda una de las tantas tardes que solía visitarme.

—Bien, muy bien —mentí. No estaba en mis planes que ella se enterara de la situación. Ella menos que nadie.

—La felicito, confieso que en un principio no creí que lo lograría, pero reconozco que me tiene sorprendida.

Quizás yo también debí pensar eso en un inicio.
Hice una mueca que simuló ser una sonrisa. Odiaba tocar ese tema. Habiendo tantas cosas buenas en ese momento.
¡Lo más importante era que el cheque había llegado y pude saldar la mayoría de mis deudas! Tuve que hacer una fila de horas para recibirlo, pero al menos tocó mis manos. Juana recibió el pago de inmediato y yo pude olvidarme de los problemas un rato... Hasta que aparecieron otros.

En resumen la vida es una lista de problemas que van apareciendo de a poco, pero ten la seguridad que nunca te van a dejar tranquila. ¿Y ahí está lo divertido de ella, no? Pues no.

El más fuerte eran los cursos. Los odiaba. Me odiaba a mí por haberme enredado en semejante asunto. Después me molestaba porque sabía que sentirse así estaba mal. Tenía que estar orgullosa, pero no lo estaba, engañarme no servía de nada.

¿Cómo todo se fue en picada? ¿Por qué olvidé lo bien que se sentía aprender una o dos palabras, simples, pero fundamentales? ¿Cuál fue mi error?
Empecé a compararme con los demás, eso es lo peor que uno puede hacer, porque no importa desde que lugar lo hagas siempre vas a perder. No lograba alcanzar sus logros, era la más lenta del grupo, tardaba una infinidad para memorizar y cometía más errores en las pruebas.

Estaba muy frustrada. Perder, perder, perder. Me cansé de considerarme un fracaso y dejé mi interés a un lado. Tomé las tardes como un constante recordatorio de mis limitaciones, de esas que te arrancan sin piedad los sueños. La meta me pareció cada vez más lejana, casi imposible, así que la idea de renunciar no me pareció tan descabellada.

🔹🔸🔹🔸

El caballo come tacos.

Por las mañanas solía armar oraciones simples temiendo olvidar lo poco que retenía mi cabeza. Después con una pluma roja, que Natalia me había regalado, remarcaba las palabras que me serían de gran utilidad.

Margaret perdida en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora