Capítulo 11

3.3K 820 699
                                    

La siguiente noche descubrí lo difícil que sería el ascenso. El entusiasmo despareció apenas observamos el número de lecturas. Cero. Nada. Ni Dios se pasó por mi escrito.

—Algo estamos haciendo mal —meditó Carlos frente al computador. El salón se había vaciado y ahora sólo quedábamos nosotros tres.

Los tres guardamos silencio tratando de encontrar la razón.

—¿Además de existir? —pregunté porque no encontraba otra. Vamos, había miles de personas transitando por ese sitio y ni uno sólo se asomó.

—Ojalá fuera así de simple —respondió aún concentrado en detectar la falla. Pasó unos segundos en silencio antes de hablar—. Vamos a ver, pensemos en este libro como si fuese un producto... ¿Por qué no lo comprarían?

Lo observé y no encontré nada, estaba perfecto para mí.

—Me compraría una docena, se ve muy bien —opiné después de darle un vistazo. La imagen del océano meneándose entre las aguas grisáceas por el reflejo de las nubes me gustaba. Sí, muy artística.

—Desentona, se nota poco profesional —concluyó antes de darle más vueltas al asunto—, habrá que cambiarla por una más llamativa.

—No quiero gente desnuda en mi portada —le advertí decidida.

—Descuide, utilizaré otros recursos. Llegando a casa me pondré a trabajar en eso —respondió cerrando la pop para ocuparse de su otra profesión—. Aprovechando que está aquí le informaré de sus calificaciones.

¿Qué decía de la portada? , creo que le falta renovarse.

—Vamos a ver, español es su mejor asignatura —me contó, no me sorprendió esa era la única que ocupaba mi atención—, en matemática se defiende... Olvídese de ser bióloga, las ciencias naturales no son lo suyo.

Con las ganas que tenía de dedicarme a eso...

—¿La próxima semana será la entrega de certificados? —preguntó Natalia para agendarlo. El tiempo volaba.

—Sí, tiene prohibido faltar —me amenazó cuando abandonamos el aula y se encargó de apagar las luces—. Así que le aconsejo que se prepare porque será un largo día.

Hice como sí lo escuchara. Los días tienen veinticuatro horas, es la percepción lo que los hace eternos, así que pensé se trataba de una exageración... Y como siempre me equivoqué.

🔸🔹🔸🔹

Una mariposa se había colado en mi interior poniéndome ansiosa. Tenía que calmarme de una buena vez, nada malo pasaría, todo lo contrario. Era un día cualquiera, pero no lo sentía así.

Había pasado toda mi vida soñando con lo que estaba viviendo, ya no sería un sueño, y aceptarlo era complicado. Sabía que había llegado a la primera base y que el juego no se acababa, pero siendo parte de la tribuna estar en el campo de juego era suficiente para cegarme. Era sólo un logro, uno sólo... ¿Por qué significaba tanto para mí? Ojalá la respuesta fuera tan sencilla, pero no, había tanto tras de ella. Había retado a mi costumbre, al tiempo, al miedo, a la comodidad, la incertidumbre, y le estaba ganando. Yo, con todos esos temores sobre mis hombros, era capaz de vencerlos.

Mi abuela una vez me dijo que no necesitaba aprender en la escuela porque yo me encargaría de cosas más importantes. ¿Qué es más importante que vivir? Nunca obtendría respuesta.

La puerta sonó al mediodía, Natalia apareció para acompañarme a la ceremonia que se realizaría en el mismo edificio. No era una gran celebración, sólo parte del protocolo, aún faltaba la secundaria y no era necesario tanto escándalo, pero siendo un proyecto gubernamental no se podía dejar pasar.

Margaret perdida en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora