Capítulo 32

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Lo difícil de las primeras veces es que hay un margen de error enorme, pero qué sería de la vida sin los tropiezos

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Lo difícil de las primeras veces es que hay un margen de error enorme, pero qué sería de la vida sin los tropiezos... Una maravilla.

En los planes iniciales de Natalia no estaba acompañarme a la entrevista porque tenía que realizar encargo, no quiso decirme sobre qué trataba y no insistí mucho para no verme muy pesada. Le pedí a Carlos que la convenciera de aplazar su compromiso. No se cómo lo hizo, seguro le dijo que me había puesto llorar o algo por el estilo, lo cual no me molestó porque cumplió su objetivo, terminó accediendo. Había llegado aquí por el apoyo de ambos, era significativo que estuvieran presentes.

Estaba nerviosa, como el día del examen del curso, después de todo esta era otra clase de prueba pero igual de decisiva. Si hacía un buen trabajo podría dejar de ser Margaret la anciana cómica y pasaría a ser un intento de escritora mexicana con ganas de sobresalir. Estaba en mis manos decidir qué adjetivo usarían al conjunto con mi nombre.

Me acabé un paquete de dulces en el camino tratando de sentar mi estómago que estaba haciendo una guerra por los nervios. Aspiré todo el aire que cabía en mis pulmones tratando de aparentar calma aún cuando dentro de mí estaba peor que una gelatina. Definitivamente la vida pública no era lo mío. ¿Cómo le harían las personas que estaban expuestas todo el tiempo a la opinión de cientos de personas? ¿Podrían dormir sabiendo que todo el mundo seguía sus pasos?

—No olvide sonreír —me aconsejó Natalia mientras observaba mi semblante por el espejo retrovisor. Seguro estaba pálida. Si intentaba curvar mis labios vaciaría mi desayuno, ni loca cometía esa locura—. Eso siempre es importante.

No debatí eso, pero opinaba la contrario. Hablaríamos de libros, no era un comercial de pasta de dientes.

—Y no divague, trate de ser precisa, el tiempo en televisión es costoso —agregó Carlos sin despegar su vista del frente. A ese consejo tampoco le presté atención, yo me extendería tanto como quisiera, al final ellos cortarían todo a su antojo. Además, yo ya había aportado muchos años a que la televisión subsistiera, les tocaba a ellos devolverme un poco.

—¿Si me preguntan si mi familia me apoyo debo decir, que sí o que no? —Siempre cuestionaban aquello. Era la pregunta de ley que jamás faltaba, casi la usaban para comprobar si el camino en un inicio se había recorrido acompañado o solo.

—No.

—Sí.

¿Sí o no? Decídanse. Luego no se sorprendan si una lanza incoherencias en pleno programa.

—No, eso conmoverá al público —señaló Carlos que siempre estaba pensando en los números.

—Se supone que yo soy su nieta —lo contradijo ella recordando la mentira que él había creado para ganar más lectores—. Le hago publicidad dos veces por semana, nadie se va a tragar eso si las versiones se contradicen.

Margaret perdida en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora