Capítulo 30

2.3K 455 331
                                    

Qué flojera levantarse a trabajar, más cuando ya te habías acostumbrado a no hacer mucho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Qué flojera levantarse a trabajar, más cuando ya te habías acostumbrado a no hacer mucho. Es bien sabido que para ganar algo grande se tiene que trabajar en esas dimensiones. A menos que seas un suertudo y te ganes la lotería. En un caso así tampoco tienes toda la vida resuelta, porque te sumerges en otro océano de posibilidades, qué tal si se acaba el dinero y te llenas de deudas, o tus hijos se vuelven unos mimados, o te roban saliendo de tu limusina...

—¿Margarita, está bien? —La voz de Natalia me sacó del trance en que me perdía. Eso de perderme en mis tonterías se estaba dando con mucha frecuencia, esperaba eso fuera una buena noticia y significara que tenía tantas ideas que podía hacer cientos de libros si me lo proponía. De igual manera tener ideas no es tan difícil, lo complicado está en plasmarlas en papel.

Asentí sin darle mucha importancia, agradecí que me llamara, porque de lo contrario pude haber creado una película en los cinco minutos de ocio que regularmente se convierten en una hora. Algo negativo cuando ni siquiera está en tus planes convertirla en realidad.

—¿Nos va a decir que era eso tan importante que teníamos que escuchar? —curioseó después de un rato de pláticas casuales. Esas que salen sobrando cuando ya existe la confianza.

Qué impacientes son.

Le había pedido a Carlos que llamara a Natalia porque quería decirles algo urgente a los dos. La visita a la librería había sido un antes y después para mí. No solamente había comenzado a enamorarme de mi libro nuevo, si no de la idea de poder generar la misma sensación con uno mío. Ver a más personas que empezaron como yo y ahora tenían su sueño hecho realidad me había inyectado motivación. Sabía que era un sueño lejano, pero todos inician así. Si me veía en ese momento a comparación de hace un tiempo podía testificar que existían los milagros y había que ampararme a uno.

Natalia me observó curiosa con taza en mano desde la cocina, creo que se habían preparado algo de beber. Y no me dieron. Bien, eso era sólo una excusa para desviar la atención del tema que me pone algo nerviosa.

No era fácil soltar lo que rondaba en mi mente como algo casual, porque no lo sentía así. Eso de platicar los planes antes de que se concreten, la mayoría de las veces tenía un mal resultado. La vergüenza que termina dando no cumplirlos, los comentarios que pueden hacer los demás, ya sea demasiado esperanzadores que te elevan al cielo o realistas rayando lo cruel, son algunos frenos. Sin embargo hablar de Carlos y Natalia era diferente, porque confiaba plenamente en ellos y eso hacía la cosas más sencillas.

—No es nada malo —me adelanté para que se relajara después de tanto hacerla de emoción. No quería aumentar las expectativas.

—Esa es la verdadera sorpresa —agregó Carlos sin inmutarse por mi gesto de desaprobación. Este muchacho y sus bromitas.

Me pareció que Natalia comentaría algo, pero preferí adelantarme antes de que se pusieran a charlar y el tema principal quedara en segundo plano. Había que aprovechar la emoción del momento, volver a inspirarme estaba difícil.

Margaret perdida en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora