7. Trampa

26.2K 2.6K 829
                                    

Historia publicada en papel por Penguin Random House Grupo Editorial. Puedes encontrarla en las mejores librerías de Chile


Jueves. Ese día partí más temprano que nunca al colegio. Esperaría a Anton con los anuarios sobre su puesto y lo sorprendería ante toda la clase. Paula también quería estar para presenciarlo, pero como no era posible, le sugerí que me fuera a buscar durante el primer recreo para contarle cómo me había ido.

A medida que fueron llegando mis compañeros, la ansiedad de la espera iba en aumento. Me moría por ver la cara de Anton y escuchar qué explicación le daría a Solae y a los demás. Pero conforme iba pasando el tiempo, me daba cuenta que ninguno de los dos parecía tener apuro por llegar.

Salí de la sala y me asomé por la baranda de nuestro piso para intentar divisar a alguno de los dos. Esperar no era lo mío. Estaba por devolverme a la sala, cuando los escuché riéndose mientras subían juntos la escalera. Demasiado juntos. Solae estaba agarrada a su brazo, de la misma forma que se aferraba a mí hacía tan solo unos días atrás. La escena me provocó una presión en el pecho que no recordaba haber sentido antes.

Ya se te acabará el jueguito, Anton Rissey.

Antes de que me vieran, me apresuré a entrar a la sala y los esperé junto a su puesto con la expresión más casual que logré aparentar. Solae llegó alegre y distraída; Anton, por su parte, pareció darse cuenta de que lo esperaba con una bomba, ya que su expresión cambió al verme.

—Alex —me saludó cortante, mirando los anuarios y luego a mí.

—¡Hola Alex! ¿Son nuestros anuarios? —me preguntó Solae curiosa, tomando el primero de más arriba—. ¡Oh! ¡Pero qué reliquia! —añadió luego, con emoción, al ver la antigüedad del que sostenía.

—¡Esos mismos! ¿Quieres ver nuestras fotos? —la invité, abriendo uno para ella. Anton no me apartaba la vista de encima y yo lo retaba mentalmente a que intentara quitárselo. Solae comenzó a pasar las páginas y buscarnos entre los numerosos grupos de fotos similares de todos los cursos. Anton se acercó a Solae, y la rodeó con su brazo por encima de su hombro, inclinándose junto a ella a ver las fotos. Su expresión se mantenía seria y no lograba adivinar su nivel de preocupación, pero me lo imaginaba gritando por dentro.

—Mira Anton ¡Que gordita y adorable era yo! —exclamó Solae riendo. Había encontrado la página.

Distraída, iba repasando con su dedo sobre la foto y comentando como habíamos ido cambiando. Se detenía en algunos, e iba llamando a los aludidos a que revisaran la foto junto a ella.

—¡Trini! Ven a ver esto. ¡Cuando chica también salías siempre con los ojos cerrados!

Trinidad se reconoció sin que aquello le causara mucha gracia.

Les di un momento más para que se dieran cuenta de la ausencia de Anton en la imagen. Por ahora todos estaban demasiado preocupados por reconocerse primero a ellos mismos en la foto. Anton era el único que no mostraba urgencia. Lo sentía por él.

—Yo ese año aún no llegaba al colegio —reclamó Micaela, integrándose junto a Diego a la conversación—. Pero de todos ustedes, creo que mi Diego es el que se ve más lindo. —añadió apretando su mejilla y luego dándole un beso con demasiada lengua para hacerlo en público.

Wait! ¿y Anton? —exclamó Trinidad de pronto. Sonreí satisfecho.

Solae se acercó al anuario para ver mejor.

—¡Cierto, Anton! —dijo inspeccionando la foto de lado a lado—. De todos nosotros, tu siempre te robas toda la atención. ¿Cómo siempre tan fotogénico? —Se rió, dándole un golpe suave en el estómago. Y ahora él me miró a mi, mientras que en su rostro comenzaba a esbozar una sonrisa triunfante.

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora