Capítulo 15

474K 56.5K 78.2K
                                    

La relación con mi padre nunca fue fatal, pero claro, eso fue antes de la muerte de Zach, él siempre me había cuidado por ser el más pequeño, aún recordaba las veces en que regañaba a mi hermano de en medio cada que me dejaba solo.

Cuando mi cuerpo dolía por los golpees que él me proporcionaba, yo solo me encerraba en mi habitación, lamentándome por lo que había pasado, y no fue una vez, fueron varias veces que recurrí a la droga para aliviar ese dolor, ese sentimiento de insuficiencia y daño que me ocasionaba su indiferencia.

Traba de lastimarme mentalmente, trayendo de nuevo los recuerdos que pasamos cuando yo tenía catorce años.

—¡Ya despiértense!— gritabas desde que comenzabas a subir las escaleras hasta que entrabas a nuestras habitaciones—.  ¡Vamos a pescar! A ver si esta vez pueden conseguir más que trescientos gramos.

Yo gruñía poniéndome una almohada encima, preguntándole al cielo "¿que hice para merecer esta sufrimiento?", oh, vaya que era tan ingenuo en ese tiempo. Ni siquiera se comparaba al cuarto del que sufriría después.

—¡Papá, ya cállate!— escuchaba a Zach farfullar, cansado y odiando tu manera de despertarnos.

Eran raras las veces que tú querías ir con nosotros de pesca, normalmente te ibas con tus amigos, no valorábamos el esfuerzo que hacías para salir con nosotros, no nos culpe, debiste entender que los adolescentes preferían dormir completas sus horas antes de tener que ir con sus padres.

—¡Pushi!— canturreaba mi hermano al entrar a mi habitación, yo cerraba fuertemente los ojos antes de abrirlos y comenzar una pequeña pelea por ese estúpido apodo, recuerdo que daba carcajadas por ver mi estado de ánimo mientras yo pensaba cómo demonios se lavaba la cara cuando las lagañas todavía yacían en sus ojos.

Era un completo idiota.

En todo el camino, tu cantabas canciones de The Rolling Stones y Zach te pedía que pusieras algo de The Maine, le hacías una seña de que se callara, pues no tenías idea de quienes eran, él bufaba en forma de rendición. En el asiento de atrás, yo los observaba a ambos, mis ojos viajaban de ti a mi hermano, cada que la canción terminaba, yo te decía el nombre de alguna y aceptabas mientras Zach se indignaba.

—Pon Fearless de Pink Floyd — murmuraba, incorporándome hacia ti.    

—¡Claro, campeón!— reías.

—¿¡Qué!?— él gritaba incrédulo—. ¿A él si le haces caso, pero a mí no?

—No conoce The Maine, Zach.

Ponía los ojos en blanco y se tiraba contra el asiento, a ninguno de los dos nos volvía a dirigir la palabra hasta que llegáramos al muelle, tu siempre habías dicho que de todos tus hijos, él era el más infantil. Totalmente de acuerdo, padre.

Cuando enfermé de las amígdalas, tú fuiste el más preocupado, me llevaste hasta el auto diciéndome que todo estaría bien, que fuera fuerte, mamá me consolaba mientras el dolor en mi garganta aumentaba.

Aún no entiendo cómo fue que lo perdimos todos.

Nos cegamos, ambos. Nos cegamos por el dolor y miedo, por la impotencia de poder hacer ya nada, nos herimos, nos dañamos, nos lastimamos y todos los sinónimos por haber. Perdimos el tiempo y no supimos contar uno con el otro, solo echábamos culpa, nos maldecíamos y fingíamos odiarnos. Lo entiendo. Tú perdiste un hijo y yo perdí un hermano.

No te tengo ningún rencor, en lo absoluto, jamás te denuncié porque te quería. Te quería tanto que no tenía el valor de ver a una de las personas que amaba detrás de unas rejas, te echaba en cara que era por mi madre, y sí, ella también era la razón del por qué no lo hacía, pero igual estaba ese lado que quería ser bueno contigo, ¿por qué demonios lo era si lo único que hacías era joderme la vida? No lo sé, señor. Aún no lo tengo en claro.

ANTES DE ELLA © #3  [✔] Nueva versión próximamente en físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora