XIX: Vas a ahuyentar las mariposas.

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El olor del bosque de pinos que se erguía junto al lago Teal Victory le traía a Emeraude muchos recuerdos felices

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El olor del bosque de pinos que se erguía junto al lago Teal Victory le traía a Emeraude muchos recuerdos felices. Era una reminiscencia de sus épocas de infancia cuando iba los sábados en la mañana a nadar con sus amigos de primaria, y en la tarde se dedicaba a recolectar piñas que caían de los árboles para decorarlas con pintura acrílica y brillantina. Era un lugar tranquilo y apacible, y al abrir los ojos después de desmayarse jamás imaginó ver en la orilla del lago junto a ella a Sam, con las botas de los pantalones dobladas hasta la rodilla, los pies metidos en el agua y los ojos cerrados, sonriendo mientras tomaba el sol.

—Tenías razón, Ems. El lago es fantástico.

—¿Qué haces aquí? —preguntó la cantante asombrada.

—Te desmayaste en el trabajo —respondió el muchacho tranquilamente—. ¿Lo recuerdas?

—Sammy...

—Oye —el muchacho le puso la mano sobre el hombro con suavidad—, no hagas ningún movimiento brusco. Vas a ahuyentar las mariposas.

Emeraude, sin moverse demasiado, giró sus ojos hacia la derecha, donde su cabello se posaba con suavidad en un blando colchón de musgo. Varias mariposas la coronaban como coloridos adornos mientras Sam la miraba con una sonrisa.

—Tienes que traer a Sonny aquí.

—Lo haré, pero...

—¿No todavía? —la cantante negó levemente con la cabeza.

—Es que yo...

—Ems, ¿para cuándo planeas dejarlo?

—Para cuando me sienta mejor. Últimamente he estado tan cansada...

—Lo sé. Nos hemos visto muy seguido. Nadie se había dado cuenta de tus desmayos hasta hoy.

—¿Qué tan mal salió lo de esconder eso del resto de la gente?

—Lo sabrás cuando despiertes —el chico tatuado se encogió de hombros—. Sé que no quieres hacerlo aun, pero deberías.

—Sammy...

—Tómate un tiempo para eso. Lo vas a necesitar.

—¿Y si no despierto nunca?

—Claro que lo harás. Todo estará bien mientras sigas respirando.

Emeraude miró hacia el horizonte, aspiró el aire del bosque y cerró los ojos. Una voz familiar murmuraba con ligera desesperación, y a la misma se le sumaban otras conocidas que sonaban preocupadas. Lentamente volvió a la realidad, y cuando recuperó la consciencia estaba en un cuarto de hospital, con Laetitia y Sylvain sentados a un lado de la cama y su madre hablando por celular en el pasillo. Al notar que su amiga despertaba, la chica de cabello violeta y el bartender se levantaron de la silla y se acercaron a ella. La joven maestra la tomó de la mano.

El Orgullo del Pavo Real (Tomo Plumoso 2) - #LaHistoriaPlumosaWhere stories live. Discover now