—Yo la amo a usted—
Se quedó perpleja por esas dulces y bellas palabras que el noble oficial le había dicho, era hermoso como habían sonado pero a la vez era una condena sabía perfectamente que Ramsés nunca iba permitir un matrimonio entre una princesa y un soldado y más tratándose de ella, su propia hija, aunque por otro lado no podía resistirse al hecho de abrazarlo, su corazón palpitaba y la tensión aumentaba entre los dos, Ikeni procedió acariciar levemente con su mano las dulces mejillas de su princesa haciendo que está le sonriera, Ariadna bajo su rostro entre el pecho del soldado para ocultar lo roja que ya estaba pero el con delicadeza se acercaba a sus labios provocando varias sensaciones en la hija del rey así que no aguanto más, se le adelantó y lo beso con dulzura, ambos lo necesitaban, después de tantas horas separados por fin volvieron a sentirse el uno al otro
—Espe...espera..Ikeni..— trato de safarse del joven pero le era inútil sus besos la consumían por completo, Ariadna no pudo resistirse y siguió abrazada en los brazos de Ikeni creando un apasionado beso lleno de amor y dulzura hasta que ambos se separaron lentamente por la falta de aire, la bella joven no quería hacerse aun lado seguía en los brazos de su soldado, se sentía protegida y amada por el
—Espero que no haya más dudas con el tema de Karoma— hizo una leve risa haciendo que Ariadna rodara los ojos con molestia cada vez que la mencionaba, le gustaba verla en todas sus facetas hasta cuándo se enojaba, con ternura coloco un pequeño beso en labios de la princesa haciéndola sonreír
—Ya es tarde y debes irte ikeni— lo miro dedicándole una sonrisa
— Te prometo que haré de todo para estar más tiempo juntos— camino hasta la puerta de salida pero antes de marcharse se volteo para volverla a besar, fue correspondido con ternura, ambos sabían que no querian que esté momento terminará, se cruzaron sus miradas y sus sonrisas, el oficial salió de los aposentos de su amada mientras había una gran sonrisa plantada en su rostro
—¿Ikeni?—
— Por isis..! que susto karoma..— soltó un suspiro de alivio
—¿Qué haces saliendo del cuarto de la princesa?— pregunto curiosa mientras se acerca a el
— Ahm...pues la princesa me pidió que mañana escolte su seguridad...al parecer quiere ir a dar un paseo a la ciudad y teme que algo malo le llegue a pasar— dijo nervioso tratando de persuadir a Karoma
—Qué lastima— se lamento — quería proponerte a salir mañana igual para estar un rato a solas pero veo que la hija del rey se me adelantó
— Aún así no creo haber ido tengo trabajo y lo sabes y si me permites iré a descansar — se retiró dejando aún más la intriga en la sierva quien no estaba nada contenta por ser rechazada una vez más
Una vez más el amanecer de las mañanas llegaba a toda la tierra de Egipto y como era costumbre la familia real se encontraba en la sala del trono consumiendo sus alimentos matutinos.
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Un Amor Prohibido
Historical FictionNi los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....