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Había caído la noche más cruda y amarga tras la vuelta de Yunet. La semilla del miedo había sido plantada entre las personas que le temían, en especial la princesa Henutmire y el sacerdote Paser.
Pero. . . ¿Qué era lo que Yunet estaría planeando ahora?
Un nuevo día y un nuevo amanecer se asomo por todo Pi - Ramsés. La princesa de las dos tierras estaba apunto de ir a la sala del trono pero su caminó había sido abordado por aquella mujer en la que había encontrado decepción y mentiras.
- Oh mi querida, estás cada vez más hermosa - dijo orgullosa al dirigír sus pasos hasta la princesa.
- Yunet - dijo seria.
- Se que tuvimos malos comienzos pero quisiera arreglarlo - le sonrió.
- Me mentiste y me ocultaste tus crimenes - dijo al mirarla decepcionada.
- Se que cometí actos terribles, pero no crees que merecemos una segunda oportunidad? - sollozo cabizbaja.
- Quisiera creerte pero... - sus palabras no habían sido terminadas, Yunet la había abrazado aferrándose al abrazo de la joven heredera.
Ariadna abrió sus ojos cómo canicas tras el acto de Yunet, sus pensamientos eran un lío, de verdad ella había cambiado para mejor?.
- Por favor Ariadna, he sufrido demasiado en las calles - dijo afligida, sus lágrimas se derramaban - te prometo que no le diré nada a tu padre sobre ese joven hebreo.
Los oídos de la hermosa princesa retumbaron con esas palabras, cómo era posible que Yunet supiera sobre Oseias, había confusión y temor en la expresión del rostro de la heredera al trono.
