Después de aquella plática con Nefertari, una parte del libertador había cambiado, su rostro estaba iluminado de alegría, tan solo pensar que Ariadna pudiera ser su hija lo animaba aún más a seguir con su misión, su miedo de estar enfrentado con su hermano se había esfumado, sabía que dios estaría con el todo el tiempo y lo guiaría para cumplir su voluntad.
Su familia hebrea noto el entusiasmo con la que el ex príncipe había regresado a la villa, una emoción que no podía ser ocultada. . . .
- Hijo mío, ¿Está todo bien? - intervino jocabed tomando asiento al lado de Moisés.
- Seguramente es por todos los reencuentros que tuviste en el palacio, cierto hermano? - dijo Miriam con una sonrisa.
- Más que eso hermana - Suspiro alegré.
- Dime tío, ¿viste a mi princesa? -pregunto entusiasmado Oseias, hecho que hizo llamar la atención de los demás presentes.
- ¿Tu Princesa? - cuestionó Miriam con una pequeña risa.
- Por lo visto sigues enamorado de la princesa, nieto - le dedicó una sonrisa jocabed.
- Ella es especial y se que Ariadna forma parte de los planes de Dios para mí - dió un suspiró al sonreír.
- Y puede que ella parta con nosotros a Canaán - agregó seguro el libertador.
Las palabras de Moisés retumbaron el ambiente, se crearon miradas confusas y sin entender el motivó de sus palabras, pero por otro lado una sonrisa enorme se creó en el rostro del joven Oseias por lo dicho de su tío.
— Hijo cómo sería eso posible? ella es la princesa de Egipto y la hija del Faraón — dijo Jocabed.
— Nuestra madre tiene razón hermano, el faraón nunca la dejaría partir con nosotros — resoplo Miriam al tomar un poco de agua.
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Un Amor Prohibido
Historical FictionNi los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....