— ¡Te quiero!
— No, hoy no me apetece saberlo, así que adiós.
— Pero... Es que te echo mucho de menos.
— No, ahora no es el momento, y no hay perdón.
— ¿Y qué hago si evitarlo no puedo?
— No insistas, y menos aún busques solución.
— ¿Cómo gritar lo que por ti siento?
— Simplemente, calla, Corazón. — concluyó la Razón.