Capítulo 9

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Esa misma noche, después de haber escuchado la historia de mi hermano, quien todavía estaba emocionado por los enredos que había entretejido en los hilos del destino y no se guardó ningún detalle, me aparecí en casa de Adrian

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Esa misma noche, después de haber escuchado la historia de mi hermano, quien todavía estaba emocionado por los enredos que había entretejido en los hilos del destino y no se guardó ningún detalle, me aparecí en casa de Adrian.

Estaban cenando, en completo silencio, la ausencia de ruido era normal en esta casa cuando no había ninguna presencia divina para producirlo.

Me deslicé en uno de los asientos vacíos que siempre se encontraban disponibles en la mesa, en caso de que una visita inesperada, como yo, llegara. Michelle Katsaros no se sobresaltó ni un poco ante mi atrevimiento.

—¿Quieres un poco de sopa? —preguntó con naturalidad.

—Por favor —pedí educadamente, haciendo aparecer un plato frente a mí.

Adrian ni siquiera me miró, aunque de seguro era consciente de que estaba siendo objeto de toda mi atención.

—¿Qué sabes sobre la experimentación con mis flechas? —pregunté, relajadamente.

Él no me respondió, seguía muy molesto, pero era un chiquillo listo, y estaba seguro de que, en su fuero interno, era capaz de darse cuenta que estábamos metidos en un lío.

—¿Qué sucedió con las flechas? —preguntó su madre, frunciendo el ceño.

¡Justo lo que necesitaba! Una excusa para soltar todo lo que sabía.

—Hímero y Salvatore son una dupla peligrosa, demasiado creativos. Apostaron a quién de los dos hacía el tiro más espectacular. Hímeros quería saber si podías flechar a más de una persona con una sola flecha y Salvatore quería saber si podías lanzarle más de un encantamiento a una misma persona, disparando solo una vez.

La madre de Adrian llevó su mano a su pecho, temiendo el desenlace. Incluso Adrian tosió suavemente, atorándose en su sopa.

—¿Y cuáles son las consecuencias?

Me encogí de hombros en respuesta.

—Nunca lo intenté, —expliqué—, suena como un acertijo, no soy un dios que disfrute de las preguntas sin respuesta o las pruebas rebuscadas, eso es más el estilo de Apolo o Hades.

—¿Y a tu hermano?

—Supongo que a él tampoco, pero la curiosidad nos mueve, y conoció a alguien capaz de encender esa chispa de intriga. Para él, esto no es nada más que una travesura para distraerse, en un par de días incluso puede que se le olvide si encuentra algo más en qué entretenerse.

—-Pero ya cuéntame qué hicieron —urgió Michelle.

—Alteraron mis flechas —señalé—. Salvatore las ungió con la parte de mis poderes que le había cedido, e Hímero con parte de los suyos, pero al revés.

—¿Cómo?

—Armaron un lío y se fueron —reclamé.

Adrian se levantó de la mesa, tomó su plato y fue a dejarlo en la cocina. No dijo nada, y aunque sabía que no tenía deseos de verme, podía ver en su expresión que su mente estaba repasando cada palabra, porque él era sencillamente así.

Cupido por siempre [#3]Where stories live. Discover now