Capítulo 12

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Fran llegó temprano para ayudarme a guardar mis cosas, para la mudanza

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Fran llegó temprano para ayudarme a guardar mis cosas, para la mudanza.

Quería pensar que me encontraba en una temporada de nuevos comienzos y oportunidades.

Jane había trabajado hasta donde su embarazo le permitió, mientras esperaba terminar los trámites administrativos de la licenciatura. Víctor también buscó un lugar donde ganarse la vida, ya a poco terminar la carrera. Yo y Peter también juntamos algo de dinero, y mamá, cuyo emprendimiento iba en ascenso, aportó lo que faltaba. La suma de todo nos permitió arrendar un lugar más grande, una casa, donde la bebé iba a estar más cómoda en cuanto decidiera llegar al mundo. No faltaba mucho.

Todavía no estaba segura si realmente quería moverme con ellos, sentía que aún había muchos rencores y heridas sin sanar, pero también sentía que, el único modo de resolverlo era enfrentándolo y de algún modo, permitirse una segunda oportunidad. Me parecía correcto, e incluso noble, intentarlo al menos.

Fran, que supuestamente había venido a cooperar, apenas me miraba ocasionalmente mientras tomaba notas en un cuaderno, recostada en mi cama.

—¿Tú dirías que Apolo es amigo o enemigo? —preguntó.

—Diría que su lealtad es ambigua —contesté.

Fran se dio leves golpes en la cabeza con el lápiz que sostenía. No esperé a que me dijera qué estaba tramando y continué moviendo mis cosas.

Moverse de un lugar a otro era un proceso agotador y aburrido, que evocaba más recuerdos de los que me sentía capaz de asimilar en tan corto tiempo. Entre mis libros y apuntes de clase encontré la corona que Apolo me había regalado, entre mis ropas también estaba el himatión que Artemisa me había dado, y tirado en un rincón de mi pieza estaba el arco y algunas flechas que todavía quedaban de mi acuerdo con Eros.

Metí todo en una caja de cartón, suponiendo que, era mejor que todo aquello quedara guardado en un solo lugar.

—En cierto modo estoy orgullosa de mi decisión —hablé—. Espero no arrepentirme después.

—No lo harás —contestó Fran, sin dejar de mirar sus notas—. ¿Enterrar flechitas en el culo de los dioses? Pff... Pan comido. ¿Perdonar a tu hermana que te hizo la vida imposible? Eso sí que requiere mucho valor. No puedes arrepentirte por darle una oportunidad, independiente del resultado.

Solté una fuerte carcajada y me senté a su lado, vencida por la curiosidad.

—¿Qué haces? —pregunté.

Eché una mirada sobre su hombro para ver qué escribía con tanta concentración. Sobre el papel, había un montón de nombres, rayas y números sin sentido, que ella procedió a explicarme.

—La madre de Sybilla hizo un trato con Hades, donde le cedió el resto de sus años de vida a su hija, los cuales no eran muchos, y por eso, pronto morirá. Afrodita maldijo a la descendencia de Hefesto para que no pudieran ser amados, tú hiciste un trato con ella, le pediste que levantara la maldición y ella, a cambio, quiere que hagas que Eros y Anteros arreglen sus diferencias. Tú no quieres ver a Eros ni en pintura, pero por alguna razón en la cual no voy a profundizar, lo besaste borracha. Medusa convirtió a Anteros en un gnomo de jardín, lo cual nos pone las cosas un poco difíciles por ese lado. —Escribió la palabra "complicado" antes de cambiar de hoja—. Entiendo que aún conservas parte de los poderes de Eros, lo cual no sé cómo, pero no voy a descartar que puede sernos útil en algún momento.

Cupido por siempre [#3]Where stories live. Discover now