𝐂𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐟𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐚𝐥𝐭𝐨, 𝐜𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝐨

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Tituba y yo nos quedamos contemplando a un furioso Bernard

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Tituba y yo nos quedamos contemplando a un furioso Bernard. En algún momento vemos que golpea la pared y se toma la cabeza, como si estuviera a punto de estallarle.

A pesar de que debería putearme, sólo se dedica a acariciarme en lo alto de la cabeza. Es que estoy arrodillada en el suelo, mientras no dejo de llorar como una imbécil.

―Entiendo la mierda que es que te traicionen ―susurra como quien no quiere la cosa y se agacha para mirarme a los ojos. Lo veo masticar el interior de su mejilla, como si estuviera escogiendo las palabras correctas y luego esboza una sonrisa, de esas preciosas que harían que cualquier persona cayera a sus pies ―, pero vos no sos ninguna estúpida, querida ―sus dedos me sacan las lágrimas de forma muy gentil ―; así que vení.

Me veo envuelta en sus brazos.

En menos de un día fui perseguida por mi profesora del curso de recuperación, casi me mata porque fue claro que sabía todos de mis pasos; la descuartizaron, conocí a Bernard y él me presentó a Tituba, la fantasma que estuvo velando mi sueño cuando logró escapar de la mansión Rodrick, terminé en coma para tapar algunas evidencias y ahora Tom, mi mejor amigo de toda la vida, acaba de traicionarme para sus propios propósitos.

Qué día de mierda, loco.

Estiro mis brazos para atraer a ese cuerpo esbelto y suspiro mientras no dejo de llorar.

Se me vienen las imágenes de nuestro primer encuentro, cuando Tom y yo no éramos más que prepúberes buscando un lugar en el mundo. Él se presentó todo adorable y yo era una gila demasiado enojada con la vida luego de que me tocara estar en el Lado B de la historia. Mientras Camila tenía una vida de mierda, yo fui criada en la cárcel. Mamá salió, se rehabilitó a la fuerza, se casó con un tipo y nos la pasamos mudándonos de casa en casa para que pudiera ver a mi hermanastra. No es que Camila me caiga mal, sólo que quería decirle todo lo que tuve que sacrificar para que mamá fuera feliz una vez más.

En el medio, lo conocí y pensé que íbamos a ser amigos toda la vida. No sé, estaba casi casada con la idea de que en algún momento nos presentaríamos nuestras parejas, desearíamos estar juntos incluso con nuestros hijos para que se criaran y se volvieran tan inseparables como nosotros. Mas, es obvio que a él nunca le interesé de forma genuina y que lo único que hice fue darle un espacio para expandirse como una especie de tumor que terminó contaminándome sin que pudiera darme cuenta.

Tom fue el que me llenó la cabeza sobre decirle la verdad a Camila y, luego de lo que está pasando, es re obvio que lo hizo para divertirse a mi costa. Quizás tenía deseos personales, como encontrar a un ser querido; pero no fue capaz de poner el pecho a las balas.

Un cagón, obvio; la gente como él siempre se comporta así.

―Si puedo decir algo ―susurra Tituba, quien también está de cuclillas y me mira con un gesto tan puro que me hace sentir una corrompida de mierda ―es que, si quieres matarlo, puedes contar conmigo.

𝐄𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora