Capítulo 23

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—¿Qué hará? —preguntó Hugo en un murmullo cerca de mi oreja.

—No tengo ni idea —respondí, sobresaltada.

Lo único que era capaz de hacer era observar la pantalla que nos mostraba a Alessby cantando, absorto a lo que estaba sucediendo. Tenía que reconocer que era un chico muy guapo y carismático, si al final resultaba que Clara estaba saliendo con él me alegraba por ella; después de lo sucedido se lo merecía.

De repente, ella apareció en la pantalla y sus ojos conectaron con los de él. Por desgracia, un guardia apareció también y la sujetó para tratar de llevársela, pero, para sorpresa de todos, él lo detuvo.

—¿Qué sucede, Clara?

Eso fue lo que todos alcanzamos a escuchar antes de que dejara el micrófono en el sitio e hizo un gesto al guardia para que se retirase. Había tanta gente en el recinto que era imposible no escuchar un montón de voces preguntándose qué estaba pasando, sobre todo porque los músicos también se habían detenido. La cámara que transmitía la imagen los siguió, pero como no llevaban micrófono no podíamos escuchar qué estaban diciéndose.

Minutos más tarde pudimos apreciar como Alessby fruncía el ceño y volvía al escenario. Los músicos lo miraban esperando una señal y este negó con la cabeza antes de acercarse al micrófono. La cámara le enfocó en primer plano, como si estuviera en un plató de televisión.

—Mirad —dijo en un tono calmado, observando a su público. Era increíble el silencio sepulcral que se había formado—, cuando empecé en este mundo me prometí y os prometí a todos vosotros también que crearía un espacio seguro, que seríamos una manada, pero de las bonitas, de las que unen, protegen y cuidan. Por eso, y por la canción que me llevó a la fama, como todos sabéis, a mi primer disco lo llamé Lobo y me pareció la hostia que mi club de fans comenzara a llamarse Lobos y lobas.

Hizo una pausa y el público comenzó a aplaudir, pero Alessby hizo un gesto para que le dejaran continuar, continuaba con el semblante serio, a pesar de que agradeció el gesto.

—Pero hoy ha sucedido una situación que no apruebo y que, como bien Clara me conoce, no pienso permitir.

Las voces volvieron a formarse, generando barullo, era increíble la expectación que causaba la posible relación entre ellos dos, incluso podía apreciar desde la pantalla, gracias a otra cámara, como muchos del público estaban con el móvil para grabar debido a la cantidad de luces blancas que había; pero Alessby se mantuvo impasible y frenó el gentío con un carraspeo.

—Ha habido una agresión verbal en el baño, presenciada por varias personas. Y quiero decirlo en alto, con micrófono en mano, porque no pienso permitir esta ni ninguna más. Me da igual que sea aquí en la sala que en un baño, que junto a las puertas del edificio. También me da igual que el agresor sea un fan acérrimo o se haya unido a la manada hace poco. Aquí no hay cabida para las agresiones, ni físicas ni verbales, por eso mismo espero que la persona abandone ahora mismo el concierto por su propio pie o no dudaré en recurrir a seguridad para que haga su trabajo.

Los aplausos no tardaron en regresar e inundar el espacio, sobre todo cuando la gente comenzó a apartarse para que la chica que había humillado a Martina pasara, generando abucheos y vítores varios.

Me giré y miré a Martina antes de acercarme y frotarle el brazo a modo de apoyo. Pude ver cómo respiraba, aliviada. Si su objetivo había sido hundir a mi compañera de piso, había conseguido todo lo contrario, la defensa de Alessby había sido grabada, junto a su huida, podía dar por finalizado su trabajo como influencer, Nadie la querría contratar ni colaborar con ella. Esperaba de corazón que eso le sirviera al resto para meterse en su propia vida y dejar en paz la de los demás.

Bésame en el cuelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora