Capítulo 24

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Miré hacia el suelo unos segundos, analizando la situación. Nunca en mi vida me hubiera planteado acabar en un baño público para hacer esas cosas, no era... lo mío, pero con Hugo terminaba experimentando cosas que nunca había hecho.

Decidida, caminé hacia Martina y le indiqué que ahora volvíamos. Al recibir su aprobación, acepté la mano de Hugo para caminar entre la gente.

Mientras pasábamos, una balada sonaba de fondo, como si fuera la banda sonora oficial de nuestra...relación, aunque no fuéramos pareja. La voz de Alessby sonaba por los altavoces, acompañándonos.

Cuando llegamos a la zona, respiré al ver que no había nadie, todos estaban ocupados disfrutando del concierto. Nos metimos en un cubículo y en el momento en que puso el pestillo nos miramos a los ojos con la respiración acelerada. Pensé en lo mucho que me atraía y me lancé contra su cuerpo, rodeándolo por el cuello para atacar su oreja. Entonces lo escuché gruñir y clavó los dedos en mi cintura, pegándome aun más a él.

Me dejé llevar. El bajo, la guitarra eléctrica y la batería que acompañaban a Alessby sonaban de fondo, haciendo vibrar el suelo y las paredes junto a las voces del público haciendo el coro. Mi lengua se deslizaba por el lóbulo de Hugo mientras sus manos se apuraban en desvestirme. Nuestros movimientos estaban tan acompasados que me asustaba, teníamos una coordinación que me hacía temblar.

Me aparté para ayudarle a quitarme el top y acto seguido le quité yo su camiseta, tirándola al suelo. Nos quedamos mirando con un brillo de deseo, podía notarlo por el ligero rubor que teñían sus mejillas. Entonces me sonrojé y dibujé una tímida sonrisa; contemplar su torso desnudo era una adicción.

—Aún estamos a tiempo de volver al concierto —dijo cerca de mi oído, provocándome un escalofrío—, no debe de quedar mucho tiempo.

—Que le den al tiempo y al concierto.

Hugo me dedicó una sonrisa amplia y deslizó las manos por mi abdomen, subiéndolas hasta mi escote. El movimiento hizo que caminara hacia atrás y mi espalda quedó contra una de las paredes. Al chocar, jugueteó con mis pechos, amasándolos y tirando con delicadeza de mis pezones.

Abrí la boca de forma inconsciente y Hugo se quedó mirando mis labios. Podía sentir sus ganas, que iban a la par que las mías, pero tenía que ser fuerte. Disney me lo había enseñado, un beso nunca traía nada bueno.

—Nada de besos en la boca —le advertí.

Le escuché suspirar, pero asintió con la cabeza y se pegó contra mí para deslizar la lengua por mi cuello, haciéndome estremecer. Entonces se apartó, lo suficiente para poder responder.

—Está bien, pero la regla no impide besarte en otros lados. Te provocaré, bombón; te llevaré tan al límite que tú solita me suplicarás probar mis labios.

No sabía si era el lugar, la música que nos rodeaba o el morbo provocado por sus palabras, pero inspiré con fuerza para intentar frenar los latidos desbocados de mi corazón.

—Yo también sé jugar a ese juego, Casper.

Hugo sonrió con diversión, derritiéndome con ese movimiento de labios.

—Ah, ¿sí?

—No te tengo miedo —respondí posando las manos en su pelo, revolviéndolo.

—Deberías —advirtió acercándose hasta mi sujetador para apartarlo moviéndolo hacia arriba, apretando mis pechos y liberando a mis pezones.

Entonces me miró y juro que fue la mirada más atractiva que tuve la suerte de disfrutar en mi vida. Fue una mirada cargada de peligro, de malas intenciones.

Bésame en el cuelloWhere stories live. Discover now