Capitulo XII

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Fiorella

Vamos actúa normal Fiorella, nadie tiene porque saber que uno de los nietos de tu jefa pasó la noche en tu casa y no solo eso, también lo tuviste que curar y alimentar, peor aún le presté mi camiseta de Dan, mi favorita.

Mientras entro y atravieso los jardines blancos de la mansión pienso en lo que sucedió esta mañana, tengo tantas dudas, esta familia parece tener mucho drama encima, pero no es algo en lo que deba involucrarme, ya llevo cuatro meses trabajando aquí y puedo decir con seguridad que ya tengo una buena relación con todos los miembros de la familia, solo faltaba Maximiliam, pero creo que con todo lo de anoche ya somos una especie de amigos ¿no?

–Buenos días Fiorella–me saluda Hector, él es el que esta en este turno en reemplazo de Moisés.

–Buenos días Hector–saludo de buen humor, no sé si sea la idea de que ayer fui una gran samaritana e hice una buena acción al ayudar a Maximiliam...
¿A quien quiero engañar? es más que claro que me siento feliz de que él y yo ya estemos bien, no sé que me pasa a su alrededor que me siento tan nerviosa, pero no nervios estresantes y sofocantes, son nervios de los que te dan felicidad.

Entro a la cocina y realizo mi rutina de siempre, les sirvo el desayuno a la familia y al personal, estamos comiendo en la cocina cuando Jennifer entra.

–¿No comerás?–le pregunto al ver que no se ha sentado a la mesa como de costumbre.

–Sí, pero lo haré más tarde–me dice–Vine porque la señora Lucrecia me solicitó que te comunicara que fueras lo antes posible a la biblioteca–me levanto de la mesa y me lavo las manos.

–Yo iré a verla, pero tú come–la señalo con mi dedo–¿O esperarás a Diff para comer juntos?–pregunto juguetonamente, desde hace días que veo los fracasos intentos del grandote para acercarse a Jenny, creo que si llega a pasar del saludo será un milagro.

–¿Y si dejas de decir esas cosas y no haces esperar a la señora?–me pregunta alzando una ceja.

–Ya entendí–le digo mientras me alejo–Pero no tardará en llegar el grandote–canturreo alejándome de la cocina, ella cree que no lo vi, pero tengo buen ojo y esa sonrisa no me pasó desapercibida.

Mientras subo las escaleras para llegar al segundo piso donde se encuentra la biblioteca hago cuentas del dinero que he podido recoger en estos meses, creo que tengo una buena cantidad ya recogida, si continuo así más pronto de lo que imaginaba podré regresar a la universidad, cuando llego a la biblioteca toco la puerta y escucho la voz de Lucrecia.

–Adelante–abro y la encuentro sentada con un libro en la mano y lleva puesta unas gafas de lectura que nunca le había visto usar, verla así me recuerda un poco a Nicholas solo que a Lucrecia aun con su gafas puestas logro distinguir el azul de sus ojos, pero pensándolo bien ¿Cuál es el color de ojos de Nicholas? Tomo nota mental de fijarme en la próxima vez que lo vea.

–Jennifer me dijo que quería verme–le digo sonriente–¿En que puedo ayudarla?–pregunto.

–Es correcto Fiorella, le pedí a Jennifer que te llamara porque necesito un trabajo especial de tu parte–asiento y continúa–Hoy viene un socio importante de visita–explica–Al cuál siempre que viene le gusta degustar postres–está bieeen pienso.

–¿Quiere que le haga un postre?–pregunto lo que me parece obvio.

–Sí–me dice–Pero tiene que ser con manzanas, no me importa si son galletas o una gelatina, pero Fiorella–me ve fijamente–Tiene que ser de manzana, no sé que tenga Sergei con esa fruta que no para de molestar hasta tener su postre a base de manzanas–eso no suena tan complicado.

–¿Le parece bien un pastel?–cuestiono, es la mejor opción para trabajar con esa fruta.

–Te lo agradecería mucho Fiorella–me toma de los hombros y dice–En tus manos dejo los caprichos de Sergei, si está contento con tu postre podrás tomarte la tarde libre– eso sólo me motiva a hacerlo mejor.

–No se preocupe Lucrecia–la tranquilizo–Si me disculpa me tengo que ir a comenzar a preparar todo–le doy un beso en la mejilla de despedida y bajo rápidamente las escaleras.

Busco las manzanas más frescas que tenemos en la alacena, la harina, levadura, leche, mantequilla y todo lo necesario para preparar este postre, lavo las manzanas, las seco y comienzo a hacer los pequeños trozos.

–Corto mela, corto mela–es mi mantra mientras voy cortando mela por mela, de repente no se que le pasa a mi ya fundido cerebro que me trae el recuerdo de la sonrisa más radiante de un hombre de cabello como la nieve y ojos chocolate–Bellissimo..–digo cortando un gran trozo de mela.

–¿Quién es bellissimo?–pregunta la voz de Nicholas haciendo que la impresión de tener su presencia cerca haga un mal movimiento con el cuchillo y termine cortandome un dedo.

–Cazzo–grito mientras me giro para enfrentar a Nicholas–¿Por qué no avisa que está aquí?–cuestiono–Podría haberme dado un infarto.

–Tranquila Fiorella–me dice, toma un trozo de los manteles limpios que están en la encimera, lo usa para cubrirme el pequeño corte que me hice–No creí que te cortarias, aunque en mi defensa parecías perdida en tus pensamientos– me hace mas presion en la herida –¿Qué tiene a esa pequeña cabeza tuya tan distraída?–pregunta dandome un pequeño toque en la frente.

–Tu hermano–le digo sin filtro, bravissimo Fiorella ¿Por qué no mejor le digo todo lo que pasó anoche?

–¿Eh?–pregunta confundido.

–¿Eh?–contesto haciéndome la loca–Lo que quiero decir es...–pienso algo rápido, lo veo directo a la cara y al ver sus lentes se me ocurre algo–Tus ojos.

–¿Mis ojos?–pregunta, asiento–¿Estabas distraída pesando en mis ojos?–su ceño se frunce en confusión.

–Es que nunca los he visto claramente–me explico–Ni si quiera sé de que color son–de pronto el cuerpo de Nicholas se tensa, se aleja bastante de mí y me dice.

–Tienen un cierto color al de mi abuela–dice algo a la defensiva–Bueno te dejo trabajar, tienes que terminar el postre especial del loco de Sergei–no puedo ni preguntarle como sabe que tengo que hacer un postre especial porque ya se ha ido de la cocina.

–Supongamos que nada de eso fue raro–me digo en voz baja.

Sigo en lo mío durante una hora que se pasa muy rápido, ya tengo la torta en el horno, cuando el cronómetro indica el fin del tiempo estipulado la saco y la coloco en la encimera para que pueda enfriarse, mientras lo hace preparo la mezcla para el merengue.

Ya listo, comienzo a decorar el pastel  y al final le coloco unos trozos de manzanas por encima. Observo el resultado final y me siento muy satisfecha, solo espero que el señor Sergei también.

–Fiorella–me llama Jenny entrando a la cocina–Ya puedes llevar el postre–me indica, mientras llevo el pastel al salón principal le pido a mi nona que todo me salga bien.

Al llegar al comedor, observo que solo están Lucrecia y un hombre algo mayor pero tanto como ella, diría que de la misma edad del señor Dominic, está vestido con un traje de tres piezas de color rojo vino, tiene una gran barba y cabello rojizo, sus ojos son grises, pero uno parece tenerlo más claro que el otro. Supongo que él es el señor Sergei, demonios en esta casa solo hay gente intimidante.

–Buenas tardes tenga señor Sergei–saludo al invitado, pero su mirada está totalmente en el pastel que coloqué frente a él–Esta es mi receta especial de pastel de manzana, espero que le gust...–No termino mi frase porque el me interrumpe.

–Si como sea, solo quiero probar esta delicia–le sirvo una rebanada, la coloco frente a él y le paso una cuchara, mientras se lleva el primer bocado a los labios no sé quién está más nerviosa, si Lucrecia, Jennifer o yo, el señor Sergei termina de masticar y observa a Lucrecia.

–Entonces–dice ella–¿Cuál es tu veredicto?–todas esperamos con ansias su respuesta.

Se me antojo algo de pastel...
Besos en el poto.

Sepulcro Where stories live. Discover now