Capítulo 23

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Sage permaneció en silencio de camino hacia el ascensor. Cuando estuvo frente a este, Cameron presionó el botón sin dirigirle una sola palabra. Los ojos de ella siguieron sus movimientos y luego recorrieron el salón en el que se encontraban. Acababan de dejar a sus padres en la mesa con la excusa de tener otros planes aquella noche. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ambos se apartaron, cada uno del lado opuesto, para dejar ingresar a las personas que venían dentro. Brevemente cruzaron miradas, pero tan pronto como el ascensor estuvo vacío, desviaron su atención del otro e ingresaron. Una vez dentro, Cameron volvió a presionar uno de los botones y pronto las puertas se cerraron frente a ellos.

Ninguno dijo nada. Sage se dejó caer contra la pared situada a sus espaldas y se cruzó de brazos mientras observaba perdidamente los números en la pantalla digital del ascensor empezar a cambiar conforme se movían de piso. De repente la castaña frunció el ceño y despegó la cabeza de la pared donde antes se reclinaba, sin quitar todo el cuerpo.


—¿Hacia dónde vamos? —preguntó al notar que el número ascendía. Estaban subiendo.

—Necesitamos hablar—Cameron se limitó a decir sin voltear a verla. Tenía el semblante serio y ambas manos en los bolsillos.


Sage lo miró un tanto perpleja. Tenía tantas ganas de hablar como él, pero pensó que al menos esperarían hasta llegar a casa. Entreabrió los labios para objetar, pero antes de que pudiese hacerlo, las puertas se abrieron, dejándolos expuestos a la azotea del restaurante.


—¿Tenemos permitido estar aquí? —ella le preguntó.

—No te preocupes por eso—él le contestó cortante y salió del ascensor.


Sage tardó en reaccionar y cuando lo hizo salió tras él.


—No creo...—empezó a decir ella otra vez mientras miraba con recelo la azotea vacía. Él enseguida cortó su oración.

—Has estado distante toda la noche —tranquilamente comentó. Sus ojos se concentraron en el horizonte frente a él. Sage llevó la vista en la misma dirección. Podían divisar a Central Park entre los edificios—¿Hay algo que quieras decirme, Sage?


El silencio prevaleció entre ambos y el ruido de la ciudad pasó a un primer plano, llenando el vacío de sus palabras. La brisa se sentía particularmente más fresca ahí arriba. El vestido se Sage se meció con el vaivén del viento que al mismo tiempo la envolvió y que logró incluso erizarle la piel. Tenía en claro que debía contarle a su aún novio la verdad de lo que le estaba pasando, pero no sabía cómo. Había ensayado aquel momento incontables veces en su mente, y fracasó en cada intento. Ahora lo tenía en frente y se sentía incapaz de articular sus pensamientos en palabras. De decirle lo que hizo. De romperle el corazón. Sage sintió un nudo en la garganta ante el solo pensamiento de lastimarlo y aún más, ante la certeza de perderlo.

Ante su falta de respuesta, Cameron negó despacio con la cabeza gacha y dio algunos pasos hasta asomarse lo más que podía al borde de la azotea. Apoyó ambas manos sobre el muro de medio cuerpo que bordeaba el perímetro y miró con especial atención hacia abajo. Parecía distraído. Distante. Pensativo. De repente sus manos formaron puños, se sintió lleno de enojo, pero se recordó a sí mismo por qué estaba ahí y cerró los ojos en un intento por tranquilizarse. Sage aún se encontraba unos cuantos pasos más atrás y tuvo la intención de acercarse a Cameron, pero él la detuvo al presentir su cercanía.


—Sé lo que hiciste—soltó con dureza, aun dándole la espalda. Los ojos de ella se dispararon hacia él cuándo lo escuchó y sintió un espasmo recorrer su espina dorsal, congelándola en su lugar. Frunció el ceño, sorprendida ante sus palabras, pero sin estar segura de a que se refería. Cameron levantó la cabeza y enderezó su postura—Y debo confesar... no me lo veía venir—su tono de voz de repente cambió, dificultándole a Sage poder descifrar su estado emocional—Al menos no con tu exnovio—agregó enseguida y soltó una risa por lo bajo, esta vez denotando orgullo e ironía y cortando la respiración de Sage, quien cerró los ojos cuando entendió perfectamente a qué se refería—Harry Styles...—dijo su nombre con tono vacilante mientras se frotaba el mentón con una mano, recordándolo—Pensé que no volvería a pisar pie en los Estados Unidos después de sus altercados con el sistema judicial, pero veo que me equivoqué—dijo con tono de burla y se llevó ambas manos a los bolsillos de su pantalón. Sage sintió su corazón estrujarse y sus ojos cristalizarse. Él volteó a verla—¿Sabías que lo ascendieron recientemente? Irónico, ¿No? Si consideramos que fue totalmente incapaz de encontrar al asesino de su hermano, ¿No fue Tomlinson quien lo descubrió? —preguntó pretendiendo confusión y con una sonrisa llena de sarcasmo al final.

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