Capítulo 8

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Los golpes en la puerta llamaron a la rubia, quien acababa de tomar una ducha. Un poco de prisa atravesó la cocina de su apartamento mientras revolvía su aún húmedo cabello con una toalla. Frunció el ceño al asomarse por el agujero de la puerta, pues no esperaba a nadie, pero se sorprendió de ver a Harry.

Enseguida abrió la puerta. Eran alrededor de las seis de la tarde y, después de lo sucedido en el cumpleaños de Alec Benett, había evitado hablar con él por un par de días, pues estaba realmente fastidiada con lo sucedido. Apoyado de una mano contra el umbral de la puerta y con la otra mano en la cintura, Harry miró fijamente a Nicole.


—Pasa—lo invitó a entrar a su apartamento. Se hizo a un lado y él ingresó—Estaba por ordenar comida tailandesa—informó ella. Dejó la toalla que sostenía sobre una de las sillas del comedor y se encaminó hacia el teléfono.

—¿Podemos hablar? —interrumpió él, de pronto parado muy cerca a ella.


Nicole se detuvo. Vaciló con sus dedos por los botones del teléfono y asintió despacio antes de dejarlo en su lugar. Lo observó durante unos segundos y, tras echar su corto suspiro, tomó una taza de la alacena y vertió un poco de agua caliente en ella. Luego de eso se apoyó contra la encimera mientras reposaba una pequeña bolsa de té dentro de ella y lo observó expectante.


—No así—aclaró él, con un tono más suave. Acortó la distancia entre ambos y colocó sus manos sobre la cintura de su novia. Ella se frotó la nuca algo incómoda antes de removerse en su lugar, y finalmente apartarse. Harry cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás—¿Qué ocurre? —preguntó y sonó frustrado.


Había pasado los últimos días disculpándose con su novia, pero ella simplemente parecía no aceptar sus razones y, para ser franco, no tenía ganas de discutir. Últimamente peleaban más de lo usual, pues el temperamento de ella podía resultar un poco difícil. Nicole mantuvo la vista en el suelo y pareció un poco indecisa hasta que finalmente se animó en decir algo.


—Necesito saber hacia dónde vamos—habló de forma tajante.

—¿No crees que llevas esto un poco lejos? —Harry respondió, ya bastante cansado del tema.


Su intención nunca había sido eludirla sobre la noticia de la corte. Hablar de ello no le resultaba fácil y honestamente, después de todo el tormento ocasionado en su vida durante los últimos años, a veces prefería no hacerlo en lo absoluto. Que no fuese la primera persona a la que acudiese realmente no tenía nada que ver con ella; confiaba en Nicole, eso no estaba en duda. Le había confiado gran parte de su vida e iba a contarle la noticia; desafortunadamente alguien más se adelantó con ello y ahora estaban envueltos en un problema un poco irrelevante a vista de él.


—No se trata de Nueva York—aclaró ella, casi como si le hubiese leído el pensamiento—Es sobre todo lo demás—agregó.

—Y eso es...—dijo para incitarla a continuar. No sabía de qué estaba hablando.


Nicole bufó. Era consiente de que en unos días Harry se iría por cuatro semanas y probablemente no era el momento ideal ni el tipo de conversación que debían tener, pero no podía seguir pasando por alto como se sentía al respecto. La falta de comunicación y confianza entre ambos la hacía cuestionar realmente hasta dónde llegarían, pues venían arrastrando problemas similares desde hace un tiempo.

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