Capítulo 35

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-Dime lo que debas decir -le espeto-

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-Dime lo que debas decir -le espeto-. No puedes prometerme que me contarías algo y que ahora no lo hagas.

-Emma...

-¡Emma nada! Si no tienes nada que hablar, entonces déjame ir, maldita sea -le callo. Puede estar medio de cabeza la situación, pero lo cierto es que estoy hablando con Steven... me refiero, el Steven de siempre, aunque en términos distintos.

Sé que él no me lastimará, lo presiento... Además se ve pequeño, indefenso antes mis palabras. Mira para todos lados como esperando que alguien apareciera... O temiéndolo.

Me paro repentinamente ante su silencio, y comienzo a caminar en el medio de la oscuridad, solo por el simple hecho de querer hacerle hablar, ya que no podría encontrar salida alguna de este sitio con la mirada, todo está a oscuras.

Pero él me toma del brazo, desesperado. -Emma...

-¡Sé que me llamo Emma!

-No te hagas la que puedes salir de aquí.

Frunzo el ceño, segura de que me ve: debe tener mejor vista que yo.

Yo puedo verlo, pero cuándo está cerca, y hay solo una pequeña luz de una vela en el suelo, al lado de dónde yo estaba dormida; sin embargo, alumbra tenue solo alrededor de ella. El ambiente está cargado de un fuerte olor a encierro, hace que me maree, también tiene una mezcla de humedad, y hace calor.

-¿Disculpa, Steven?

-Emma -vuelve a decir, y yo giro mis ojos-. Cuanto peor te pongas, menos podré contarte, ¿lo entiendes?

-¡No! ¡No comprendo nada! -Le grito, y él me suelta. «¡Al fin!», pienso-. No entiendo nada de ti, primero eras... normal... O lo aparentabas... ¿no es así? ¿Fingías... para luego secuestrarme? ¿Quién eres? ¡¿Qué hago aquí?! Dime por favor que mi familia está bien -al decir esa frase, mi voz se quiebra-. T-te mataré si ellos fueron d-dañados. Yo...

Me vuelve a tomar, pero esta vez de los dos brazos, empujándome para atrás. Choco con algo duro: una pared. Su respiración llega a mi cara y me pongo instantáneamente alerta. Estamos. Demasiado. Cerca.

-¿Puedes calmarte? No tenemos mucho tiempo si quieres que te cuente -vuelve a deshacer el agarre sobre mí, pero no impone distancia, y yo no tengo mucha posibilidad de moverme-. Vaya, no quería que esto fuera así...

-Vale. Pero deja de decir que me contarás algo, y luego no lo haces -le digo mirando hacia abajo, temerosa de que él se acerque los pocos centímetros que nos separan-. Necesito espacio, Steven. ¿Puedes...?

-Ah, lo siento. Claro.

Con eso último, se mueve hacia un lado, y yo voy hacia donde está la luz en el centro, colocándome en un extremo del colchón. Él hace lo mismo, y va hacia el otro lado. Sus ojos verdes se mezclan con la llama de la vela que baila a su propio ritmo, ajena a la situación.

Corazón de cristal [LIBRO 1]Where stories live. Discover now