Capítulo 8

103K 6.9K 2.8K
                                    

No me siento cómoda con la idea de ir a bailar, por mucho que intente verle el lado positivo

ओह! यह छवि हमारे सामग्री दिशानिर्देशों का पालन नहीं करती है। प्रकाशन जारी रखने के लिए, कृपया इसे हटा दें या कोई भिन्न छवि अपलोड करें।

No me siento cómoda con la idea de ir a bailar, por mucho que intente verle el lado positivo. No creo que sea lo mío. Ni siquiera me gusta la sensación de estar apretujada entre tantas personas, o el sonido tan fuerte e imperturbable de la música (música que tampoco estoy acostumbrada a oír). Para variar, no puedo pensar en nada más que en el beso que Owen me dio.

Eso solo me confirmó algo: puede que esté loco o que quiera volverme loca a mí.

¿Realmente habrá una pequeña posibilidad de verlo allí? ¿Significará algo el beso? Cierro con fuerza los ojos al sentir el agua del regador de la bañera caer sobre mi cara para librarme de los últimos rastros de crema de enjuague. Suelto un suspiro, salgo de la ducha una vez que estoy lista y me prometo no pensar más en ese pequeño instante con el chico de ojos azules y hoyuelo divertido.

Volviendo al tema de la disco, lo único que me permite continuar con la idea es el pasarla bien con mis amigas. Supongo que, al estar ellas, el rato será mejor. Además, juzgo todo antes de tiempo y, estando allá, no tengo por qué hacer cosas que no me gusten. Sea lo que sea.

Tal vez es un momento para ponerme a prueba.

Me pongo una camiseta que me compré en la última salida con mis amigas. Es completamente translúcida, aunque debajo tengo un top que cubre lo suficiente; es de color negro y tiene una inscripción en inglés que reza «sé siempre tú mismo». Me gustó el mensaje; fue por eso que la quise: es el lema de mi vida. He escogido un short azul que me compraron para mi cumpleaños el año pasado, al cual le agrego un cinturón con tachas junto a unas plataformas que combinan con él.

Me plancho el revoltoso pelo y agrego a mis ojos de color miel un poco de delineador y rímel, también un color rojo para mis labios que me resulta bastante extraño, ya que pocas veces me he maquillado. Sin embargo (y para ser sincera), me gusta cómo queda, porque no parece demasiado cargado.

Papá, al ver la ropa, no dice nada en absoluto, solo pregunta la hora que acordamos para salir. Supongo que esa es una buena señal. Espero. Mamá, por su parte, me abraza y dice «¡oh, Emma, deja de crecer, cielo!» con lágrimas de emoción en los ojos.

Eso solo aumenta mis nervios. Estoy nerviosa. Y no soy la única: el grupo nuestro de WhatsApp (BECEGAE, que es la unión de la primera sílaba de nuestros nombres) está saturado de mensajes.

—Eres nuestro ángel, Emma. Nuestra niña pequeña... —dice papá durante el viaje en coche a la casa de Belén.

—¡Ay, papá! No digas así que me voy a poner sensible —protesto, poniéndome colorada.

—Pero sé que estás grande y te debo soltar.

—¡Basta, me harás llorar! —le reprocho otra vez; lo abrazo un poco cuando detiene el auto en la puerta de la casa de Belén.

Después de desearme buena suerte, me dice que tenga cuidado, que no tome nada de un vaso ajeno, que no permita que nadie se sobrepase conmigo y que llame a su móvil por cualquier cosa que pase; se despide de mí algo dubitativo.

Corazón de cristal [LIBRO 1]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें