Aceptando finalmente la realidad

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Aceptando finalmente la realidad

(***)

Cuando abrí los ojos, además de reconocer la habitación de Eris, percibí el aroma masculino proveniente de la chaqueta que había puesto sobre la almohada. Moví un poco la cabeza sobre la tela de cuero, recordando que me había quedado dormida sobre ella, y luego permanecí muy quieta observando a la persona que, encabezando la lista de las malas caras, me veía desde el escritorio.

—¿Ya puedo dar mi opinión sobre lo que me contaste? —soltó Eris en un tono de disgusto. Aún adormilada, asentí. Ella tomó aire y lo descargó—: Bien, lo primero que quiero que sepas es que voy a partirle la nariz a Damián por ser tan imbécil. ¡Y me vale tres hectáreas de mierda que sea un asesino! —Se levantó de la silla y comenzó a caminar por la habitación, furiosa—. ¡Esto es el colmo! Estaba tomándolo muy bien para darte apoyo, Padme, porque si ambas nos descontrolábamos sería peor, pero lo que sucedió fue la gota que derramó el vaso. ¡¿Cómo se le ocurrió dejarte hacer eso sola?! ¡Pensé que todos tendrían una parte en ese plan! ¡Pensé que ellos te ayudarían, no que te dejarían a tu suerte con el tipo eso! ¡¡¡Casi abusa de ti!!!

Su voz sonó más fuerte y severa. Gracias a la mención de esa parte de lo sucedido la noche anterior, recordé con inquietud el enorme y grotesco cuerpo de Benjamin sobre mí y todo el miedo y la ira que había sentido. Pero a pesar de que el recuerdo pareció quemar cada pasaje de mi mente, no me inmuté.

Me sentía diferente, extrañamente diferente.

—Alicia ya está a salvo —me limité a decir.

—Pero, ¡¿cómo pudiste ponerte en peligro así?! ¡Tú sola, Padme, tú sola! ¿Y si ellos no hubieran llegado? ¿Y si hubieran llegado tarde? —bramó. Sus mejillas pecosas estaban rojas por la ira.

—Habría muerto, quizás. Aunque, ¿no es igual a como estoy ahora? Casi muerta.

Eris puso los brazos en jarras y enarcó una ceja.

—¿Estás entrando en la fase de «preferiría estar muerta que pasando por esto»?

—No, desde anoche entré en la fase de «ya no me importa una mierda lo que me suceda».

—¡¿Cómo que no?! ¡No te vas a rendir tan fácilmente! —dijo de forma casi histérica—. ¿Ya tomaste una decisión?

—Quería tomarla anoche, pero...

Pero si decidía ser una novena, ¿cargaría con esta frustración por culpa de Damián, para siempre? ¿Nos mantendríamos en una constante discusión porque lo que yo quería para él no era necesario? Aunque Damián mismo había dicho que no estábamos atados, me sentía más enlazada a él que nunca.

¿Cómo sería mi vida de novena? Durante el día fingiría ser normal, tener preocupaciones normales, y durante la noche me reuniría en la cabaña con un montón de asesinos para luego matar gente y no ser descubierta. Algo así solo sería más tolerable con el apoyo de Damián, pero, ¿por qué sentía que estábamos más lejos que antes, cuando ni siquiera cruzábamos palabra?

—¿Pero qué? —preguntó ante mi largo silencio.

—No lo sé. No tengo ni idea de qué voy a hacer.

—Todavía tenemos que descubrir quién te vigila. Sospechamos de Nicolas, ¿lo olvidas? Ah, y aun sabiendo que es el que posiblemente quiera delatarte, hiciste todo eso de fingir delante de él. Ni siquiera me dijiste que Nicolas era de la misma manada que ese tal Benjamin. ¿Y si te vio? ¿Y si los vio asesinar a Benjamin?

—Si nos hubiera visto era el momento perfecto para delatarnos. Ahí con el cadáver de Benjamin, era el mejor momento.

—¡Igual fue un plan muy arriesgado! Yo te habría ayudado, lo sabes, ¿no? Lo habríamos planeado mejor —expresó ya moderando el volumen de su voz—. Ese tipo te golpeó demasiado fuerte. Mira como tienes moretones en la cara. Tu mamá se va a volver loca.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora