Todo el mundo puede traicionar a cualquiera

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Todo el mundo puede traicionar a cualquiera

(***)

—Aquí el ave roja. Ave roja a cachorro.

Aún con la toalla puesta, cogí el Walkie Talkie que entre crujidos emitía la voz de Eris. Presioné el botón y hablé:

—¿Cachorro? ¿En serio? Te pones el mejor nombre y a mí me llamas cachorro.

Dejé de presionar el botón y esperé.

—Bueno, si eres la que más se asusta, entonces el apodo queda contigo —respondió—. En fin, estoy en la vieja armería. Joder, te cagarías de miedo aquí. Lo juro. Está muy solo y oscuro.

—¿Hay presas? —pregunté y me moví hacia la cama.

—Muchas, pero todos están dormidos. De seguro dopados o algo así.

—Asegúrate de revisarlos bien —dije, y luego contemplé los objetos sobre el colchón—. El extraño de los mensajes nos acaba de dejar una ayuda. Ya tengo cómo entrar a las mazmorras. Me prepararé e iré.

—¡No! Espera, espera. —Su voz se entrecortó por un instante, pero después la escuché con claridad—: Cuando salí de la habitación había un grupo que iba directo hacia la biblioteca. Creo que pasarían la noche allí planeando no sé qué para La Cacería. No es seguro que vayas hoy.

—Maldición —me quejé—. Bueno, todavía queda un día. Puedo hacerlo mañana.

—Bien, revisaré este sitio de pie a cabeza y te avisaré si encuentro a Alicia.

***

Como no asistí a la cena porque quería quedarme en la habitación por si Eris se comunicaba a través del Walkie, cuando dieron las diez de la noche la tripa me ya me rugía del hambre. Intenté pedir algo por el intercomunicador, pero por más que insistí ningún empleado respondió. Así que paseé por la habitación, indecisa, hasta que finalmente decidí que podía correr a la cocina, coger algo y luego volver sin tardanza para continuar en la espera de información.

No llevé el Walkie conmigo porque corría el riesgo de que emitiera sonido de repente. Salí de la habitación y corrí por el largo corredor de las puertas, pero mi cuerpo impactó contra otro que apareció de repente en donde los dos pasillos se unían gracias a la escalera, y por un segundo perdí la capacidad de orientación.

—Cuanta prisa, ¿huyes de algo? —comentó Nicolas, poniéndome una mano en el hombro para no permitirme caer.

Retrocedí ante su tacto cuando supe que era él. Últimamente cada vez que me lo topaba decía algo que reafirmaba mis sospechas de que él lo sabía todo.

—No, voy a la cocina a buscar algo para comer —confesé.

Nicolas entornó los ojos y asintió lentamente. Luego relajó la expresión.

—Bueno, no hay nadie allí justo ahora porque todos están viendo la práctica —dijo.

No ubiqué nada de eso en mi mente.

—¿La práctica? ¿Cuál práctica?

—Gea organizó una pequeña practica pre-Cacería, algo para el entretenimiento de los huéspedes —aclaró él. Noté entonces que llevaba unos binoculares en una mano—. Mira, justo iba a echar un vistazo. ¿Vienes? No deberías perdértela.

Esa invitación me sonó extraña, casi insistente. Recordé que cuando estábamos en la biblioteca la ama de llaves nos había interrumpido en el momento en que estaba dispuesta a soltarle todo. Y me daba la impresión de que la única razón por la que Nicolas no me delataba era porque quería algo a cambio para guardar silencio.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Where stories live. Discover now