Epílogo

1.2M 143K 183K
                                    

El mundo era un lugar enigmático, tan enigmático como lo que pasó después.

Abrí los ojos y un techo pintado de color crema fue lo primero que vi. Me incorporé sobre el colchón y reconocí todo aquello que había en esa habitación: mi armario, mi peinador, mi alfombra, la ventana que daba a la calle y mi cama. Estaba, efectivamente, en mi casa. Y estaba, más efectivamente aun, confundida.

Puse los pies en el suelo. Se sentía frío. Avancé con tranquilidad y luego salí de la habitación. Bajé las escaleras y escuché el sonido de algo cocinándose sobre un sartén. Olía bien, como al salteado de vegetales de mamá. Desconcertada, continué hacia la cocina y vi a mi madre ahí. Estaba como todas las tardes después de que llegaba del trabajo, haciéndose alguna merienda vegana.

Se dio cuenta de que la estaba observando y me sonrió.

—Hola, cariñito, ¿tienes hambre? —me preguntó, señalando la sartén.

—¿Cuándo llegué? —inquirí brúscamente. 

—¿Cómo que cuando llegaste? ¿De dónde? ¿No estabas tomando una siesta?

—Ah... sí.

Había un caos en mi cabeza. Y había, además, una lluvia de recuerdos muy claros. Antes de dormirme, había estado con Damián en el refugio de Nicolas. Yo había descubierto sus mentiras, lo había visto a punto de ser devorado por el Hito. Él me había apretado el cuello con una fuerza atroz. Y luego yo... 

Entonces, ¿qué demonios hacía ahí?

Me fui de la cocina y aunque estaba descalza y con un pijama puesto que ni siquiera recordaba haberme colocado, salí de la casa. Avancé por el caminillo de la entrada y crucé la acera rumbo a la casa de Damián. 

A medida que me fui acercando, noté algo muy extraño. El pasto al frente de la residencia era más abundante y todo en ella estaba a oscuras. Corrí y me detuve frente a la puerta, entonces toqué con fuerza, con mucha fuerza. Pero nadie salió. Nadie. Nada.

Después de un par de minutos sin siquiera creer lo que estaba pasando, escuché una voz.

—Oye, niña. —Me giré y contemplé a una anciana que iba pasando por la acera—. ¿Piensas comprar la casa?

—¿Comprar la casa? —le pregunté, aturdida—. No, esta casa tiene dueños.

—No vives por aquí, ¿cierto? —me dijo. Apenas noté que iba paseando a un pequeño y esponjoso perro—. Esa casa no ha tenido dueños desde hace diecisiete años. Nadie ha querido comprarla, y es una pena porque es muy hermosa. ¿Te interesa?

—¿Diecisiete años? —pregunté, atónita—. No... no se preocupe, gracias.

La anciana asintió y siguió su camino. Me acerqué a una de las ventanas, coloqué ambas manos sobre ella y acerqué mi rostro para mirar adentro. No había nada, estaba oscura y vacía. Me alejé y sentí mi cuerpo totalmente helado. Luego pareció que iba a desplomarme. Me dolía la cabeza. 

Ese lugar no podía llevar diecisiete años vacío. No podía.

Corrí de nuevo a casa y abrí la puerta rápidamente, fui hasta la cocina y me quedé viendo a mi madre. Ya estaba sentada en la mesa, comiendo aquello que se había preparado.

—Mamá —le llamé. Ella elevó la mirada hacia mí—. ¿En dónde está Damián?

Y lo que ella me respondió fue:

—¿Damián? ¿Quién es Damián?

-----

Si te gustó esta historia y quedaste desconcertado pásate por mi otra historia: S T R A N G E.

Prometo hacer explotar tu mente. 

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Where stories live. Discover now