La eterna batalla entre el humano y el Noveno

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La eterna batalla entre el humano y el Noveno

(***)

—Así que aquí vive Poe —comenté, inclinando la cabeza hacia atrás para admirar la estructura que teníamos ante nosotros.

Aquel conjunto residencial era conocido por ser muy exclusivo. Solo la gente más importante de Asfil podía mantener una vivienda allí. Se separaba en tres secciones en donde la tercera era un área mucho más privada y más costosa con enormes ventanales que daban vista a todo. Nosotras ya habíamos visitado ese lugar, pero no habíamos pasado de la primera sección que era en donde vivía Alicia.

—No entiendo por qué tuvimos que venir a entrenar aquí, ¿no podía ser en la casa de Damián? —se quejó Eris.

Acabábamos de bajar del auto e íbamos subiendo la escalerilla hacia la puerta de entrada.

—Damián dijo que Poe tiene un patio más grande. ¿Es que no te agrada? Parece que tú les agradaste mucho ayer —dije, echándole una mirada de complicidad.

Toqué el timbre de la puerta. Había una notable diferencia entre la fachada de esa casa y la de las otras. Las demás tenían cristales transparentes mientras que los incontables cristales de la vivienda de Poe no permitían ver lo que había o sucedía adentro.

—No me gustan los hombres que desprenden unas insaciables ganas de llevarse a alguien a la cama —replicó con el ceño ligeramente hundido por la molestia de estar allí—. Se ve que solo tiene la cabeza llena de eso.

Un minuto después alguien abrió la puerta. Un muchacho delgado y muy joven vestido de traje, de espeso cabello negro y piel tan blanca e integra, se detuvo al otro lado con las manos juntas por delante y la mirada fija en el suelo. No obstante, lo que nos dejó echándole un largo vistazo fue la correa dorada que llevaba en el cuello y la expresión tan dócil que entonaba su rostro.

—Ustedes deben ser las señoritas Eris y Padme, el señor Verne las está esperando en el patio junto al señor Damián. ¿Pueden seguirme, por favor? —indicó con un tono de voz tan bajo, suave e inocente que me dejó boquiabierta.

El muchacho se dio la vuelta y comenzó a caminar. Eris y yo reaccionamos y le seguimos.

—No me digas que tiene un... —le susurré a Eris muy asombrada a medida que avanzábamos.

—Sí, te lo dije, ese tipo no tiene más nada en la cabeza —murmuró ella, marcando más su ceño fruncido.

El interior de la casa era amplio, blanco, perfectamente decorado y pulcro. Había un par de pasillos que se extendían hacia otros lados y una larga y moderna escalera en forma de caracol que llevaba al segundo piso. Y cuadros por todas partes. Algunos hermosos y otros escalofriantes como uno en donde se mostraba un tipo amarrado con cuerdas, recostado en el suelo bajo un enorme y afilado péndulo que parecía a punto de filetearlo.

Finalmente atravesamos una gran puerta que parecía más bien un ventanal y salimos a un enorme patio cuyo césped era tan verde que daba la impresión de haber sido sacado de una fotografía. Altos muros de arbustos lo rodeaban y un pequeño pasillito bordeado por rocas de diferentes tamaños parecía conducir a una alberca. Bajo un techito de madera, de pie junto a una mesa de jardín, se encontraban Damián y Poe, hablando.

El muchacho nos condujo hacia ellos.

—Gracias, Dan, puedes retirarte —le dijo Poe al chico y extendió la mano para revolverle los cabellos.

A Dan se le coloraron las blancas mejillas y solo asintió con la cabeza para después irse sin decir nada.

—¿Por qué le pones una correa a ese chico como si fuera un animal? —escupió Eris en tono de reproche. Poe, fresco gracias a la luz del sol, se encogió de hombros.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Where stories live. Discover now