El cielo predice peligro

1.6M 142K 735K
                                    

El cielo predice peligro

(***)

El siete de septiembre cayó viernes y me levanté a las seis de la mañana. La noche anterior había hablado con mis padres para avisarles que me iría de viaje a la playa con Eris, Damián y algunos amigos, y como mi madre por alguna absurda razón confiaba en Damián, no se negaron.

Así que por ese lado no tuve inconveniente. Lo difícil fue hacer una pequeña maleta pensando en que en realidad iba era a presenciar una matanza.

No sabía nada de cómo funcionaba La Cacería, ni cómo estaba organizada ni cuanto duraba. No sabía qué nos esperaba en la mansión Hanson, pero mi plan tenía que funcionar fuera como fuese. Lo habíamos repasado meticulosamente. Eris lo había meditado y no parecía haber posibilidades de fallo por ningún lado.

Me despedí de mis padres con un abrazo largo antes de que partieran al trabajo. Durante los primeros días de saber el secreto de los novenos, apenas ponía un pie fuera de casa temía no volver a poner uno dentro, y esa mañana sentí lo mismo, por lo que me aseguré de hacerles saber a ambos que los amaba. No era que esperaba no regresar, tenía la firme esperanza de que todo saldría bien, pero por si acaso preferí irme con un beso suyo en los recuerdos.

Después de que ellos se fueron, esperé media hora y salí de la casa. Lo primero en lo que me fijé fue en el cielo. Estaba completamente nublado y el tono plomizo le otorgaba al ambiente un aspecto melancólico y espectral. Lo segundo que vi fue a Eris en la acera con un maletín a los pies. Llevaba suéter, bufanda y guantes para protegerse del frio.

—¿Qué te parece? Una mañana así en este pueblo de calor infernal, qué raro —comentó cuando me situé junto a ella. También se había percatado del extraño clima.

Dejé mi maleta junto a la suya.

—Asfil puede ser una caja de sorpresas —dije, echando un vistazo hacia la calle. Estaba sola—. O la Dimensión Alterna está más presente que nunca.

—Me voy más por lo segundo —asintió ella.

Cinco minutos después, un auto apareció y aparcó frente a la casa de Damián. No era cualquier auto, sino uno ostentoso que parecía recién salido del concesionario, negro mate, con grandes puertas, vidrios ahumados y tapacubos resplandecientes.

Curiosas por saber quién lo manejaba aguardamos a que la figura se dignara a mostrarse.

La puerta del auto se abrió y Poe bajó de él. Lo cierto era que no estaba menos sorprendente que el vehículo. Llevaba gafas de sol estilo aviador, jeans, saco informal y camisa negra. No sabía cómo, pero él siempre lograba marcar de manera impresionante su buen estilo. Además, el cabello rubio se le desordenaba gracias al gélido viento y tenía la punta de la nariz de un color rosáceo debido al frío. Lucía fresco y feliz.

—¿Qué opinan, preciosuras? Me lo regaló una presa —comentó dándole una palmada al capó apenas nos acercamos—. Bello, ¿cierto? Iremos como reyes.

—¿No es muy escandaloso para un asesino? —inquirí.

Él se mostró falsamente ofendido.

—No, jamás. Un auto así no es escandaloso para nadie —soltó. Luego se acercó a Eris y le dedicó una sonrisa de esas perversas pero encantadoras. Las gafas se le bajaron un poco y la miró por encima de ellas—. Tú vas adelante conmigo, pelirroja. Así te cuento las perversiones que pensé sobre ti anoche.

Eris giró los ojos y el rostro se le contrajo de fastidio y repulsión.

—Y así yo te escupo en la cara —refutó ella.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Where stories live. Discover now