Capítulo 3: Un despreciable mentiroso.

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Capítulo 3: Un despreciable mentiroso.

–¿Pro…prometido? –No podía articular palabra.

Mi cuerpo cayó sobre el sofá, todo empezó a darme vueltas… Tenía que ser una broma. Mel se acercó a mí y me abrazó.

–Lleva prometido unos seis meses. Conocí a su prometida en la cena que dio mi padre, cuando también lo conocí a él. Vicky yo no sabía que erra el tío de la nota, cuando me lo dijiste esta mañana no pude hablar contigo. Intente llamarte pero… lo siento– mi mejor amiga se culpaba de lo ocurrido y eso era notable en su voz.

La abracé aún más fuerte. Ahora entendía su comportamiento cuando vio que había vuelto a caer en brazos de Ryan, se culpó por no haberme detenido.

–Mel no pasa nada, tú no tienes culpa ninguna. Fui yo la que salió corriendo esta mañana y no te contesté las llamadas.

Durante una hora hablamos sobre lo sucedido, me contó que la prometida de Ryan se llamaba Helena, era una niña rica que siempre había tenido lo que quería. En la cena donde se habían conocido las dos hablaron de sus respectivas bodas. Ryan y Helena se casarían en las vacaciones de Navidad, para la cuales solo quedaban tres meses. Cada detalle que oía era como un cuchillo más que se me clavaba en el pecho. Aquel hombre ya había jugado bastante conmigo, me iba a encargar de destruir cada mariposa de mi estómago que revoloteaba por él, hasta que el viento se llevara sus cenizas.

Cuando me quedé sola el cansancio podía conmigo, así que decidí dormir en el sofá, mi habitación todavía conservaba el olor de Ryan. Su chaqueta la tiré a la basura, no quería tener nada que me recordara que caí por segunda vez. Aquella noche nada cambió, volvía  soñar con aquellos ojos, con su cuerpo y volví despertarme en plena madrugada. Las imágenes del sueño se clavaron en mi mente, odie las ganas de hacer de aquel sueño una realidad, poder volver a tocarlo, volver a bersarlo… Pero no iba a suceder, se había terminado. Tenía que sacar de mi cabeza a Ryan Applewhite, borrar todo resto de él.

Por la mañana salí a correr, lo que hizo que mis pensamientos se despejaran un poco. Cuando llegué de nuevo a mi casa me metí en ducha, y lo sucedido en ella hacía menos de doce horas vino a mi mente haciendo que todo el cuerpo fuera recorrido por una electricidad. Haber visto a Ryan mojado, con las gotas de agua cayendo por su pelo y recorriéndole el cuerpo, había sido la imagen más placentera de mi vida. Recordé como sus labios bajaron poco a poco hasta mi cuello, como su cuerpo me tenía aprisionada contra la pared. Aquel pequeño especio había sido testigo de cómo aquel hombre me llevaba a la locura por tercera vez. Tenía que dejar de pensar en ello, tenía que dejar de pensar en él. “Seguramente que mientras yo lo pienso, él estará follándose a su prometida” aquel pensamiento me destrozó.

Salí de la ducha y me vestí con un vestido ligero, sin mangas, en un tono marfil con pequeñas flores del mismo color bordadas, decidí ponerme unas sandalias planas atadas al tobillo en color verde que conjunte con unas pulseras.  Estaba haciendo bastante calor, aunque el verano estaba terminando.

Me preparé un nuevo café, no había dormido muy bien y algo me decía que sería un día largo. Cuando la taza tocó mis labios mi teléfono me avisaba que un mensaje había llegado. Sin poder controlarlas las mariposas en mi estómago aletearon fuertemente, esperanzadas de que aquel mensaje fuera de hombre que protagonizaba mis sueños.  “Vuelen, vuelen… que pronto acabaré con vosotras” pensé. El revolotear de sus alas fue aún más fuerte cuando en la pantalla se pudo leer el remitente. Quería borrarlo directamente, sin leerlo, pero la curiosidad pudo conmigo.

                               “Me muero de ganas por cumplir el sueño de anoche.

                                Quitarte lentamente mi chaqueta… besar cada rincón de tu cuerpo…

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora