Capítulo 20: Buscándome.

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Capítulo 20: Buscándome.

Entré a ciegas en mi casa, sin encender las luces caminé hasta la nevera cogí la botella de vino, una copa y salí a la terraza. Me descalcé estirando los dedos de los pies y me tiré en unas de las sillas. Llené la copa y rápidamente la vacié. No se cuantas horas pasarón, bebía copa tras copas, aturdiéndome y mareándome con cada sorbo que daba, intentaba no pensar, que mi mente se quedara en blanco, como un folio totalmente vacío. No lo conseguí.

Miré el cielo buscando una respuesta entre las miles de estrellas, pero solo aparecían más preguntas. Necesitaba un respiro, uno que me hiciera dejar de pensar en Ryan, que me hiciera dejar de pensar en todo lo ocurrido.

Me levanté, dejé la copa en la mesa junto con la botella casi vacía y comencé a caminar.

Me paré en la orilla de la playa, el agua del mar mojaba mis pies y mi vestido. Estaba fría, más bien helada. Tomé aire y comencé a introducirme poco a poco. El ruido de las pequeñas olas rompiendo y el agua chocando contra mi cuerpo era un sonido relajante, mi mente se concentró en él intentando alejar todo lo demás. Me adentré hasta que mis pies no tocaban el fondo, volví a tomar una fuerte bocanada de aire y me sumergí.

Abrí los ojos y me alegré de lo que vi debajo del agua: Nada, absolutamente nada. Quería que mi cabeza se quedara de igual manera, oscura, tranquila y silenciosa.

Durante dos horas nadé sin importarme el frío, sin importarme lo que pudiera encontrarme entre aquellas sombrías aguas y aunque intenté no pensar lo hice; Supuse que era inevitable hacerlo, Ryan se había convertido en el centro de mi mundo, hiciera lo que hiciera su rostro, su cuerpo, su voz, incluso su olor venían a mente. Mel había tenido razón, siempre me empeñaba en construir un cuento de hadas, esperar por un final feliz, quería aquel final de "Y vivieron felices y comieron perdices". Era una romántica y eso no podía negarlo, siempre esperaba que el amor pudiera con todo, incluso en las películas de terror esperaba que el amor triunfara. Pero la ficción poco tenía que ver con la realidad que vivía, Ryan no era mi príncipe, el nunca me rescataría de la malvada bruja y en realidad la única bruja de mi historia era yo misma. ¿Por qué me había empeñado en seguir con aquella historia aun sabiendo que todo acabaría con caminos separados? ¿Por qué seguí creyendo que Ryan me elegiría? Y lo peor de todo es que seguía teniendo esperanzas aunque fuera mínimas, casi invisibles, pero seguían estando allí junto con los últimos aleteos de las mariposas de mi estómago. Tenía que olvidarlo, tenía que terminar con cualquier recuerdo, matar a las mariposas y toda esperanza que quedara. Tenía que hacer desaparecer a Ryan Applewhite de mi mente y de mi corazón y lo tenía que hacer cuanto antes.

El sol comenzaba a salir, decidí volver a casa y darme una ducha de agua caliente o terminaría pillando una pulmonía.

Me sentía cansada y sin fuerzas, pero aun así no conseguía dormir. Saqué a pasear a Pelusa cuando me cansé de dar vueltas en la cama. El perro tampoco tenía un buen día, parecía que le había contagiado mi estado de ánimo, no movía la cola ni cuando le dedicaba palabras cariñosa, incluso a mitad del camino terminé cogiéndolo en brazos, se negaba a caminar.

Preparé una cafetera que terminó vacía en una hora. Llamé a las Ret para invitarlas a comer en casa. Como la cocina no era mi fuerte llamé a mi restaurante de comida china favorito. Invité a Mel y Jason quienes a la media hora después de llamarlos se presentaron con tarta de chocolate. Tambíen llamé a Mark, quería que Esther y él se conocieran mejor, nunca se sabía lo que podría salir de allí.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora