Capítulo 11: Una fiesta, un orgasmo y muchos celos.

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Capítulo 11: Una fiesta, un orgasmo y muchos celos.

Miré de nuevo el libro, aquel detalle significaba muchísimo, me estaba regalando parte de su vida. Guardé la obra en mi mesa de noche junto con la primera nota que me había escrito ¿Cómo había pasado todo aquello? ¿Cuándo me había enamorado de Ryan? En un corto tiempo sentía por aquel hombre lo que había leído en tantas novelas, visto en tantas películas y escuchado en tantas canciones, sentía un amor inmenso, una pasión voraz. Él hacía que el resto del mundo con sus problemas, sus pesares, sus discusiones desapareciera, solo existía él. Hacía que mi corazón latiera desbocado tan solo con una caricia o con una palabra susurrada. Experimentaba una extraña felicidad cada vez que lo veía sonreír, no importaba que fuera aquella sonrisa de vencedor, me gustaba ver como sus labios se curvaban, y me fascinaba que muchas de esas sonrisas las causara yo. Lo único que quería, anhelaba o necesitaba era perderme día y noche entre sus brazos, mi lugar favorito de todo el mundo. Ryan, era mi Romeo, y lo que único que pedía es que nuestro final no fuera tan desgraciado como el de los amantes de Verona.

–¿Te gusta? – Preguntó mientras miraba como probaba la ensalada de marisco.

–Esta buenísima.

En el tercer plato no podía más, estaba completamente llena. Cogí mi copa y me senté en el sofá, él ocupó el lugar a mi lado.

–¿Y mi postre? – su dedo recorrió mi clavícula hasta acabar en mi canalillo.

–¿Estas impaciente? – Sonreí y dejé mi copa en la mesa.

–No te imaginas cuanto.

Me puse en pie y caminando lo más sensual que pude encendí las velas, apagué las luces y busqué en reproductor la canción de Rihanna “Skin”. Ryan me miraba intrigado desde el sofá. Cuando las primeras notas de la canción sonaron caminé lentamente hacía él moviendo mis caderas al ritmo de la música, cuando mis rodillas tocaron las suyas me incliné hacía delante apoyando mis manos en sus muslos, le di un rápido beso y volví a enderezarme, me movía al compas de “skin” mientras giraba lentamente, poco a poco fui quitándome el vestido, cuando hubo caído al suelo miré sobre mi hombro, Ryan mordía su labio inferior, su mirada recorría mi cuerpo deteniéndose en mi trasero. Me incliné hacía delante hasta agarrar mis tobillos, deslicé mis manos por todo mi cuerpo hasta ponerme nuevamente recta. Un jadeo se escapó de su boca. Me alejé y lo miré a los ojos, Ryan no sabía donde mirar, iba de mi cara a mis pechos… a mi sexo para luego recorrer lentamente mis piernas, me acerqué de nuevo subiéndome a horcajadas sobre él.

–¿No tenías ganas del postre? – susurré en su oído.

Sus manos se dirigieron a mi trasero, lo apretó y masajeó. Pegó su boca a la mía y dijo con la voz cargada de lujuria:

–Tengo ganas de ti. Siempre tengo ganas de ti.

Nuestros labios se unieron con autentica desesperación. Aquella noche solo se oían nuestros gemidos acompañados de te quiero susurrados mientras nuestros cuerpos se adoraban el uno al otro.

El resto de la semana seguía en mi propio universo, paralelo al de los demás. Las clases se me hacían eternas hasta ver a mi profesor favorito, por las tardes estudiaba hasta que él aparecía para darme lecciones privadas. Cada vez que sus labios me susurraban un te quiero mi mundo entero se detenía, había decidido no mirar hacía el futuro, me concentraba en vivir el presente, aunque en mi mente siempre rondara el compromiso de Ryan con Helena. Intentaba no mostrar aquella preocupación, pero había momentos en los que me colapsaba y no podía más, salía a correr y me despejaba. Mel estaba eufórica con el cumpleaños de su madre, su padre había invitado a mitad de los profesores de la universidad entre ellos a mi profesor de literatura inglesa. Volví al trabajo, la cafetería era un lugar donde me olvidaba de mis preocupaciones, Amaya me entretenía contándome historias de sus hijos quienes nos visitaban todas las tardes y me contaban como le iban las clases y los nuevos amiguitos que tenían.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora