Capítulo 12: Como niños.

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  • Dedicado a Sonia Morales Planell
                                    

Capítulo 12: Como niños.

–Mark. – Saludó Samuel al hombre.

–Granet. Buena fiesta.

–Me alegra que hayas podido venir ¿Recuerdas la escritora de la que te hablé?

–Por supuesto. Estoy ansioso por conocerla.

–Mark te presento a Vicky Herrera. Vicky él es…

–Mark Garriti– Interrumpí a Samuel.

–¡Vaya! Veo que me conoce.

–Señor Garriti soy una gran admiradora de su trabajo.

El hombre con el que estaba hablando era dueño de una de las editoriales más famosas del todo el mundo. Había escrito varios libros, los cuales devoré en tiempo record.

–Me alegra escuchar eso. Verá señorita Herrera, Samuel me ha dicho que usted es una gran escritora, pero todavía no ha sido descubierta.

Miré perpleja al padre de Mel.

–Bueno… yo no diría que soy una gran escritora.

–No seas modesta Vicky. – dijo Samuel mientras apretaba cariñosamente mi hombro– He tenido la oportunidad de leer algunas de tu obras y eres magnifica.

Me sonrojé por tanto alago.

–Le voy a ser totalmente sincero, Vicky ¿Me permite que la tutee? – Asentí y Mark continuó– Esta noche he venido para conocerte, Samuel solo tiene buenas palabras para ti y tu trabajo, y quiero comprobar personalmente que tan buena eres. Quiero leer algo tuyo, y si mi querido amigo no se equivoca te convertiré en una gran escritora ¿Qué me dices?

En aquel momento estaba en estado de shock, delante de mi estaba la posibilidad de que mi sueño al fin se cumpliera.

–Me encantaría– solo me faltó dar los saltitos que mentalmente estaba dando.

–Bien, entonces te dejo mi tarjeta. Envíeme una de tus obras al correo, junto con tu número de teléfono y en cuanto la lea me pondré en contacto contigo.

Miré la tarjeta con sus datos, aún sin poder creer que aquello estuviera pasando.

–¿Sabes cual le enviaras? – Preguntó Samuel.

Me paré a pensarlo, tenía cinco novelas terminadas, pero había una a la que le tenía un especial cariño.

–Sí. Se titula El desconocido.

–La espero con ansias.

Nos despedimos con un apretón de manos y volví a mi mesa. Mel me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

–¿Tú lo sabías? – pregunté.

–¿Quién te crees que le ha dado tus novelas a mi padre?

Abracé con fuerzas a mi amiga. Aquella pequeña morena era mi hada madrina.

La fiesta siguió, Cesar volvió a invitarme a bailar para nuevamente ser interrumpido por Ryan quien hecho una mirada acecina al rubio.

–Quieres dejar de mirarlo así– Le pedí.

–¿Cómo se supone que lo miro?

–Señor Applewhite no se haga el inocente conmigo.

–Pues entonces señorita Herrera, debería pedirle al rubiales que deje de mirarla con ganas de arrancarle la ropa.

–En ese caso, usted debería pedirle lo mismo a la mayoría de mujeres que esta noche se están dando un festín devorándole con los ojos.

–¿Celosa? – Enarcó una ceja y sonrió de medio lado.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora