Capítulo 15: Secretos desvelados

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Capítulo 15: Secretos desvelados.

El viernes volví a faltar a clase, no me sentía preparada para hacerle frente al profesor Applewhite. Las pocas horas de sueño eran visibles en mi rostro, me despertaba continuamente en la madrugada con la misma pesadilla y al abrir los ojos me daba cuenta que no era un mal sueño, se había acabado. Mi nuevo compañero de cama era una marmota de peluche.

Mi mundo seguía inmóvil, lo minutos y horas solo conseguían que el dolor creciera más. Intentaba no pensar en lo sucedido, pero me era imposible apartarlo de mi mente.

Por la tarde trabajé, conseguí reír con unas de las bromas de Amaya, pero mi compañera se dio cuenta que mis sonrisas no eran verdaderas. Intenté distraerme buscando cualquier tarea, lavar la loza, fregar los suelos, atender a los clientes, hacer inventario... pero terminaba metiendo la pata en todo. Al llegar a casa estaba rendida, me había quedado más horas trabajando evitando volver al lugar en que tantos recuerdos habían. Mirara a donde mirara lo recordaba a él, en la cocina bailando mientras preparaba el desayuno, en el sillón observando como me desnudaba para él, en el baño jurándome que jamás querría olvidarme, y los recuerdos empeoraban cuando entraba en mi cama, no sentir su cuerpo junto al mío, sus brazos en torno a mi cintura o su boca susurrándome "te quiero" hacía que mi corazón se resquebrajara, lo añoraba demasiado.

El sábado Mel apareció con comida china y con una gran sonrisa.

-¿Qué haces aquí? - pregunté desperezándome.

Mi amiga entró, dejó las bolsa encima de la mesa para luego girarse hacía mi y ampliar la sonrisa de sus labios.

-Pues venir a almorzar con mi mejor amiga y luego llevarla a una sesión de belleza.

-Meeeel. - me quejé.

-Ni Mel, ni nada- Increpó- Esta noche vamos a salir, lo pasaremos bien, no emborracharemos y bailaremos como locas. Pero para ello tenemos que ponernos guapas y a ti te tienen que quitar esa cara de muerta.

Puse los ojos en blanco, aunque realmente tenía razón; estaba pálida y ojerosa.

-Esta bien- Levanté las manos en señal de rendición- pero tienes que prometerme que esta noche habrá mucho tequila- enfaticé la palabra "mucho"

-Prometido.

Las dos sonreímos y nos sentamos a comer. Disfrutamos de los rollitos de primavera, el arroz tres delicias, el pan de gambas y sobre todo del helado de chocolate de Häagen- Danz. Después de reposar la comida tiradas en el sofá mientras Mel me ponía al día sobre la Universidad evitando mencionar nada sobre la clase de literatura inglesa y su profesor, nos dirigimos a la peluquería.

Manicura, pedicura, masajes, peinar, maquillar... Mi amiga había insistido en que no me faltara de nada. Me relajé y disfruté de las atenciones.

-Pero si pareces tú de nuevo- exclamó Mel al verme.

-Me lo tomaré como un cumplido.

Volvimos a mi casa para terminar de prepararnos y antes de decidir que me pondría me entregó una bolsa.

-¿Qué es? - pregunté cogiéndola.

-Lo que llevaras esta noche.

Abrí la boca para quejarme pero cuando vi el precioso vestido la cerré. Entusiasmada comencé a vestirme.

-Esta noche vas a arrasar- sentenció mi amiga, cuando estuve preparada.

Me miré en el espejo y giré para observar como lucía mi espalda descubierta. El vestido era sencillo; blanco, de mangas bajas, ajustado hasta la rodilla y con un gran escote trasero. Me calcé unas sandalias negras de tacón combinándolas con un bolso de mano del mismo color.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora