Capítulo 5: Seamos amigos.

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  • Dedicado a Mari Carmen Pelaez
                                    

Capítulo 5: Seamos amigos.

Durante más de dos horas hablamos sobre música, películas y libros me sorprendió la cantidad de cosas que teníamos en común. Ryan era fan incondicional de los King of leon al igual que yo, su película favorita era El Ilusionista la cual entraba entre mis tres preferidas y como buen profesor de literatura inglesa se decantaba por Shakespeare, su obra favorita era Hamlet, incluso citó una de las frases del drama:

–Duda que son fuego las estrellas, duda si al sol el movimiento falta, duda de lo cierto, admite lo dudoso; pero no dudes de mi amor las ansias. – recitó con gran reverencia, mientras sus ojos azules se clavaban en los míos.

Cuanto más conocía de él, más revoloteaban las mariposas de mi estómago. Era inteligente; tanto que me cautivaba con sus respuestas; apasionado, cada vez que hablaba de literatura algo brillaba en sus ojos; atento, en todo momento cuidó de que no me faltara nada, y preguntaba si me encontraba mejor, era ingenioso, simpático… era perfecto.

Estaba tan pérdida en él que no me noté que me subía la fiebre hasta que unos escalofríos recorrieron mi cuerpo.

–Estas hirviendo Vicky–Dijo tocándome la frente.

Notaba como me dolían hasta los huesos, no paraba de temblar, el frío me estaba matando y aunque me pusiera tres mantas encima seguía temblando.

–No te preocupes, me tomaré una pastilla y me acostaré–Hice ademan de levantarme pero las manos de Ryan volvieron a echarme hacía atrás.

–Iré yo a por ellas e iremos al médico.

Quise negarme, pero realmente me encontraba bastante mal. Odiaba los hospitales y sobre todo la sala de urgencias.

Mientras esperábamos a que me atendieran, Ryan pasó el brazo por encima de mis hombros, haciendo que yo apoyara la cabeza en el suyo, en ese momento no me pareció tan odioso aquel lugar.

Dos horas después; una hora y media de espera y el resto para que me auscultaran, pincharan y me mandaran a casa obligándome a mantener reposo, volvimos a mi casa.

Estaba tan cansada que me dirigí a la cama directamente sin prestar atención donde se quedaba Ryan y sin tan siquiera darle las gracias, caí en un sueño profundo de inmediato, sentí que me cubrían con las mantas pero pensé que era cosa de mi subconsciente.

En la madrugada me desperté y esa vez no fue ni por los vómitos ni por ningún sueño, mi estómago rugía, el apetito había vuelto. Recordé la tableta de mi chocolate favorito que había en la mesita de la sala y fui a ciegas a por ella, cuando la tuve entre mis manos vi algo que me paralizó. Alguien estaba en mi sillón durmiendo, me acerqué un poco hacía la figura masculina y pude distinguir a al perfección de quien se trataba. Ryan Applewhite dormía profundamente, se le veía un poco incomodo dado que las piernas se le salían del sofá. Me quedé mirando sus facciones relajadas, en su boca estaba dibujada una media sonrisa, fuera lo que fuera lo que estaba soñando le gustaba, su pecho subía y bajaba lentamente. Nunca había sentido las ansias de mirar a alguien dormir, pero no podía apartar la vista. Se le veía tan joven, comparado a cuando estaba en el papel de profesor o de playboy dormido aparentaba menos de los veintinueve años que tenía. Pensé en despertarlo y decirle que fuera a la cama, yo me quedaría en el sofá pero viendo aquella sonrisa preferí no hacerlo. Aparté la mirada de aquel Dios Griego que hasta dormido conseguía embalsarme y fui a la cocina por un vaso de agua, cuando volví a pasar por su lado sin apenas hacer ruido le escuché decir mi nombre, lo miré pesando que se había despertado y vi que todavía seguía atrapado por las garras de Morfeo. Volvió a pronunciar mi nombre y  no pude resistirme a acercarme más. La sonrisa se le había ampliado “Esta soñando conmigo” gritaba interiormente, quise dar saltitos como una niña pequeña, pero la voz de mi conciencia hizo que entrara en el razón “¿Te crees que eres la única Vicky que conoce? Seguramente será otra a la que se habrá follado”, tragándome la rabia que me causó aquel pensamiento volví a mi habitación donde devoré la chocolatina y conseguí volver a dormirme.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora