Capítulo 1.

1.9K 32 2
                                    

Parezco una marginada, sentada en una mesa, sola, con una silla vacía mientras todas las demás parejas cenan en tranquilidad. Bueno, otros en vez de comida, cenan una buena ración de besos. Yo en cambio, aquí estoy, vestida muy elegante para mi gusto, esperando a que mi novio aparezca por el restaurante. Algo que debería haber hecho hace media hora. Para colmo no responde mis mensajes, lo que hace que pierda los nervios.

Suspiro y me dejo caer en la mesa con las lágrimas al borde de los ojos. Soy estúpida al darle una segunda oportunidad. Y aún lo soy más, cuando ni siquiera estoy tan enamorada de Jordi como para salir con el.

 -          ¡Hola amor!

 Levanto la cabeza y le veo. Perfecto, si. Bien vestido, bien peinado y con una sonrisa más que perfecta. Eso es lo que me jode, que sonría después de llegar tan tarde.

 -          ¡¿Por qué has tardado?! – le espeto muy mosqueada.

-          Estaba arreglando unos asuntos, pero ya estoy aquí.

-          ¡Haber respondido a mis mensajes, joder!

-          Tenía el móvil apagado. Lo siento amor.

 Hace ademán de darme un beso en los labios, pero le aparto y resoplo. Jordi me mira mal y llama al camarero.

 -          De beber quiero un vino, ¿Y tú?

-          Un cubata bien cargado.

-          Joder Saray, eso no es muy… ¿urbano? ¡algo más sofisticado!

-          Cubata y punto.

 Odio cuando Jordi se comporta como un niñato de esos que se creen importantes por el dinero. Los dos somos de familias ricas, mi padre es un importante empresario, y su padre su acompañante. Los dos siempre quedan en mi casa, y un día él vino con su padre, así nos conocimos. Muy simple.

Pero a ninguno de los dos nos importa el dinero, y menos parecer elegantes, o como normalmente nos dicen: ‘’pijos’’. Odiamos ese término.

 -          No quiero nada de comer – digo antes de que él pregunte.

-          Venga ya, tienes que tener hambre.

 Niego con seriedad. Se encoge de hombros y pide un bistec,  lo que me pone más furiosa.

 La ‘’velada’’ no es como esperábamos ninguno de los dos. Es fría e incomoda, en vez de ser romántica. Creo que somos las ovejas negras del restaurante.

-          ¿Podemos irnos? – pido con una pequeña sonrisita triste al cabo de otra media hora.

-          Claro… si quieres damos una vuelta y hablamos todo lo que no hemos hablado aquí.

-          Me parece buena idea.

 Jordi paga la cuenta y yo espero fuera, pasándome las manos por los brazos a causa del frío. ¿A quién se le ocurre salir con un vestido de mangas cortas?. Sale de allí y me coge la mano para caminar los dos juntos, como una pareja de enamorados. Se supone que debemos estarlo, o al menos yo.

 Ya es de noche, por lo que apenas se ve nada. Tan solo los pequeños pasos que iluminan las farolas, por lo que andamos por ahí.

 -          ¿Y que asuntos arreglabas? – pregunto mirándole.

-          La universidad y todo ese rollo. Mandaron apuntes para estudiar el examen y se lió todo.

-          Joder…

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora