Capítulo 8.

465 20 0
                                    

Le cuento a Paula la especie de cita que tuve con Mikel. Es extraño decir ‘’cita’’ puesto que ninguno de los dos dijo que lo fuera. No quito ningún detalle, no le veo el porque. Cuando llego a la parte del beso, suelta un sonoro ‘’Ohhhh’’.

 -          ¿Ohhhh? – la imito con burla - ¡Es un cabrón!

-          Un cabrón monísimo.

-          No veas – pongo los ojos en blanco y hago notar la ironía en mis palabras.

-          Tía, que te robó un beso.

-          Vaya, al parecer aparte de robar cámaras y móviles, también roba besos.

Hago una mueca y me recuesto en la cama. Paula me da una cachetada en la pierna con fuerza. Ha dolido bastante, si.

 -          ¿Salimos todo el grupo esta noche?

-          ¿Qué dices? ¡Mañana es jueves!

-          Da igual, no nos dirán nada por un día que faltamos.

Nos miramos a los ojos, y como si nuestras mentes estuvieran conectadas, sonreímos maliciosamente a la vez.

 * * * 

Termino de avisar a nuestro grupo de amigos y bajo junto a Paula al salón, donde mis padres ven la televisión tranquilamente. Espero que sirva nuestra excusa.

 -          ¡Hola! – saludo alegremente.

-          Buenas tardes, señores.

Mis padres nos miran. Bueno, más bien a Paula, a la cuál examinan detenidamente, como si ella estuviera pasando un control de seguridad y ellos fueran los policías. La odian.

 -          Esta noche tengo que quedarme a dormir en casa de Paula – digo – para estudiar juntas y eso.

 No aparto los ojos de los de mi padre. Si mantengo la mirada, con un poco de suerte me dejará. Y en efecto, acierto.

 -          Solo por esta vez.

-          ¡Gracias papi!

 Subimos corriendo las escaleras y al estar en mi habitación, ahogamos un grito de alegría.

Cojo el pijama, y junto a el, un pantalón corto negro, una camiseta de mangas caídas azul marina y unos botines negro con tacón alto. Guardo todo en la mochila del instituto, simulando que son libros y apuntes para estudiar.

Al bajar, le doy un beso a mi padre y madre y salgo corriendo de casa con Paula detrás.

Cuando estamos bastante lejos, gritamos como unas locas. Necesitamos fiesta y movimiento.

 -          ¡Party haaaaaaaard! – grito entusiasmada.

Reímos y llegamos a su casa a los pocos minutos. Sus padres se fueron y no volverán hasta mañana por la tarde. Ahora entiendo porque ha sugerido que salgamos esta noche. Aviso por móvil a nuestro grupo de amigos para quedar. Todos aceptan encantados, ignorando que mañana hay clases.

 -          A las diez Adrià viene a recogernos en el coche – informo dejando el móvil en la cama.

-          Joder, pues aun falta para quedar, solo son las… siete de la tarde.

Mientras las horas pasan, Paula y yo hacemos tonterías por su casa. Es una gran ventaja que sus padres no estén. La verdad, el tiempo pasó rápido, ya que cuando nos dimos cuenta, eran las nueve y no estábamos listas.

Nos vestimos a toda prisa. Yo con la ropa que cogí y Paula con una falda morada ajustada a sus curvas y un palabra de honor simple de color negro. De zapatos unos tacones negros. De maquillaje, simplemente me puse la raya negra en los ojos y los labios un poco pintados de coral.

Paula se maquilló un poco más, digamos que a ella le encanta el maquillaje mientras que a mi… bueno, no me gusta pero tampoco me disgusta.

 -          ¿Preparada para esta noche? – pregunta Paula riendo.

-          Nací preparada – contesto sonriendo.

 * * *

Bajamos del coche entre risas. Adrià solo sabe hacer tonterías, incluso cuando conduce. Eso nos pone algo nerviosas, no queremos tener un accidente. Los demás esperan en la puerta de la discoteca Loxus, allí es donde hemos quedado.

En total, somos seis en nuestro grupo de amigos: Paula, Adrià, Kevin, Núria, Lucía y yo.

Kevin me abraza mientras grita cosas sin sentido. En un principio, nosotros dos podemos parecer distintos, como si no pudiéramos llevarnos bien. Pero nos llevamos de puta madre y juro que nunca lo cambiaría. Tras él, abrazo a Núria y Lucía. A ellas hacia tiempo que no las veía, casi nunca van al instituto y seguramente, el año que vienen no aparecerán ni el primer día.

Entramos. Todo está lleno, y eso que no es sábado. De la mejor forma que podemos, avanzamos entre la gente hasta acabar en la barandilla del bar. Pedimos nuestras bebidas, alcohólicas por supuesto. Alcanzó el ron con cola, poco cargado por petición mía, y sigo a mis amigos que buscan algún sitio libre para sentarse.

 -          Yo paso de buscar sitio, eh – digo dando un sorbo – me voy a bailar.

Les doy la espalda y me mezclo con la gente. Al poco, ya tengo a todos a mi lado. Siempre me hacen caso en estas cosas, puesto que me vuelvo loca cuando salgo.

Suena música de esas que hacen que pierdas el control y solo quieras divertirte, sin importarte lo que los demás digan de ti.

Salto en plan baile, no sé bailar, por lo que tan solo me limito a dar saltos y moverme como una loca, procurando no tirar la bebida. Doy otro sorbo y la acabo del tirón para no sostener más vasos. No tengo muchas ganas de beber. 

Dejo el vaso en un recipiente y empiezo a hacer gilipolleces con Núria. Nos cogemos las manos y damos vueltas y vueltas. La noche va de lujo.

 * * *

Ha pasado… ¿dos horaS? Si, dos horas desde que empezamos a bailar y movernos. Ninguno estábamos cansados, pero optamos por parar un poco. Paula y Kevin ríen como dos estúpidos. Me acerco a ellos con curiosidad.

 -          ¿De qué os reís?

-          Mira esos dos.

Kevin señaló a una pareja, no muy lejos de nosotros, que no paraban de comerse la boca. Puse los ojos en blanco por la inmadurez de mis dos amigos.

 -          Pero dejad de mirarlos, parecéis dos… - quedé muda al reconocer al chico.

Ahora yo era la que miraba, pero no riendo ni nada, si no con el ceño fruncido y algo dolida. ¡No ha pasado ni un puto mes!

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora