Capítulo 2.

598 23 0
                                    

<<Esto no puede estar pasando…>> <<No me puede haber dejado sola aquí>>

No paro de pensar aquellas cosas, pero sé que lo ha hecho. Que no volverá a por mí. Miro ambos lados de la calle, los cuales parecen cada vez más oscuros. Tengo miedo de que aparezca el niñato de antes, o peor, él con su grupo de amigos.

Saco el móvil con esperanzas de llamar a alguien, sea mis padres, amigos o quien sea. Por desgracia no hay cobertura.

 -          Mierda… - susurro angustiada.

Cierro los ojos y suspiro con fuerza. No me queda otro remedio que volver a casa andando o encontrar alguna cafetería o portal con cobertura.

Mientras ando, noto como la ira y el miedo se mezcla entre si, haciendo que me sienta extraña, rara. Intento pensar en alguna otra cosa, pero es imposible.

Cada vez hay más luz, y eso me agrada. Pero por otro lado me parece raro, ya que justo estoy entrando por una zona sin farolas y cuyos pisos permanecen sin luces. Con valentía asomo un poco la cabeza justo para ver de donde proviene tanta luz. El corazón parece que se me sube hasta la garganta. ¡Lo sabía!

Un gran grupo de personas (mayoría chicos) no paran de beber, gritar y fumar todo tipo cosas en aquel pequeño lugar. ¿Lo ‘’mejor’’? Tengo que pasar justo delante de ellos si quiero llegar a casa. Vuelvo a observarles y le encuentro. El cabrón que me robo la cámara, fumando con sus compañeros. Y como no, con ella entre las piernas.

Hablan entre ellos pero no se le entienden por culpa del griterío que hay.

 -          ¿Quién eres?

 Me giro sobresaltada y me encuentro con un chico mucho más alto que yo fulminándome con la mirada.

 -          Hola… - sonrío débilmente.

-          Repito, ¿Quién cojones eres?

 Agarra mi brazo y hace ademán de llevarme con esos niñatos, pero le retengo asustada.

 -          ¡Espera! ¡Te daré dinero!

 Me suelta algo extrañado y me mira de arriba abajo. Oigo perfectamente como murmura la palabra ‘’pija’’, aun así prefiero ignorar.

 -          Pero con una condición… - pienso un poco y sonrío - ¿Ves a ese chico de allí?

 Señalo al niñato y bajo la mano enseguida para no llamar la atención.

 -          ¿Mikel?

-          ¡Si! ¡Mikel! ¡El que tiene la cámara!

-          ¿Qué pasa con el?

-          Dame las llaves de su moto y… dime donde está.

 Empieza a reír en toda mi cara. Me muerdo la lengua para no hablar y que se me escape cualquier gilipollez.

 -          Guapa, ¡Tú estás loca!

-          Te daré cien euros.

Para de reír y me mira incrédulo, no se lo cree. Con una pequeña sonrisa saco del bolso la cartera, y de esta unos cien euros.

 -          Antes consigue las llaves.

 Aun me mira flipando, pero asiente y va hacia ese tal Mikel, que sigue fumando. Que asco.

Me apoyo en la pared y espero en silencio, asimilando todo lo que ha pasado en cuestión de horas. Le he dado una segunda oportunidad a Jordi, este llegó tarde y mintió, Jordi me hecho de su coche, un niñato me robó la cámara y ahora como venganza yo robaré su moto sin siquiera saber usarla.

 -          ¡Ya!

 El chaval llega con las llaves y una gran sonrisa en la cara.

 -          ¿Fue fácil?

-          Pues claro, ni se dio cuenta el idiota. Su moto es esa de allí, la que está al lado del coche negro.

 Atrapo las llaves y a cambio le doy los cien euros. Los dos estamos contentos, aunque él más que yo. Con facilidad encuentro la moto con la mirada.

 -          Gracias, esto…

-          Àlex, me llamo Àlex.

-          ¡Gracias Àlex!

-          De nada.

Con total rapidez corro hacia la moto y llego a ella. El corazón me late más rápido que nunca. Adrenalina. Intento meter las llaves en su ranura, pero a causa de la oscuridad no la encuentro. Segundo intento. Nada. Tercer intento. Tampoco. ¡Y dicen que a la tercera va la vencida!

Miro al grupo de chicos y me quedo petrificada. Uno me ha visto y va hacia Mikel. Instantáneamente levanta la cabeza hacia mi y nos miramos fijamente unos segundos.

 -          ¡EH!

-          ¡Mierda!

Salto de la moto con llaves en mano y empiezo a correr como nunca lo he hecho. Sé que el está detrás de mi. Aumento la velocidad, pero mis piernas ya no dan a más. Estoy haciendo lo que puedo.

 -          ¡PARA, COÑO!

Eso hace que corra más, puesto que su voz es furiosa y me da miedo. Él es rápido y sin ningún esfuerzo ya está a mi lado. Extiende sus brazos y me agarra de la cintura, haciendo que pare estrepitosamente.

 -          ¡Déjame!

 Muevo todo mi cuerpo y le doy golpes para que lo haga. Pero esto solo sirve para que suelte una carcajada.

 -          Tienes algo que me pertenece, niña.

-          ¡Me tratas con respeto!

-          ¿Por ser una ricachona de esas? Sueña.

 Paro de dar golpes ya que veo que es inútil. Aun así me molesta que me tenga atrapada hacia el de aquella manera.

 -          ¿Puedes soltarme?

-          No.

 Resoplo mientras el ríe sin dejar de mirarme.

 -          Si me das las llaves te dejo.

-          Antes me das la cámara.

-          ¿Qué cámara?

-          ¡No te hagas el tonto! ¡Me robaste la cámara!

-          ¿Has fumado?

-          ¿Y tú?

-          ¡Pues claro, atontada!

 Pongo los ojos en blanco y le miro a los ojos incomoda. Cada vez me junta más a el. ¿Y si me viola?

 -          Hacemos esto. Yo te doy las llaves, y tú la cámara. Todo a la vez.

-          Me parece bien.

 Saca la cámara de la sudadera. ¡La llevaba ahí y ni siquiera me he dado cuenta!

 -          A la de tres – nos miramos – Una… dos… y ¡Tres!

 Ambos extendemos las manos. Le doy las llaves y siento la cámara en la palma, pero con un movimiento rápido me la vuelve a quitar.

 -          ¡¿Qué haces?!

-          ¡Gracias por devolverme las llaves! – se da media vuelta.

-          ¡¡Mentiroso de mierda!!

 Gira la cara unos momentos y me guiña el ojo. Aprieto los puños con ganas de azotarle, pero aguanto las ganas.

 -          ¡Por cierto! – se vuelve a girar y sonríe un poco – Hay una parada de autobús a unos pocos metros de aquí. Para que vuelvas a tu bonita casa.

-          Bien.

 Esta vez yo le doy espalda y refunfuño, escuchando risas por detrás, silbidos y demasiadas cosas que prefiero no oír. 

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora