Capítulo 5.

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Me tiro a la cama y suspiro. Como antes supuse, mi padre me hablo sobre el tipo de educación que debe tener una chica, o señorita, como yo.  Al menos, parte del día de hoy ha sido productivo… más o menos. Sonrío al recordar el enfado de Mikel. En un principio me dio miedo, pero ahora, que estoy segura y lejos de el, solo siento un sentimiento de victoria.

Saco las llaves del bolsillo y las muevo delante de mis ojos. Luego recuerdo el tabaco y lo cojo rápidamente. Al verlo mejor, abro mucho los ojos. No es tabaco, si no porros. Justo en ese momento, suena el WhatSapp con gran estruendo.

‘’Paula: ¡Saray!’’

Sonrío y contesto.

‘’Saray: Paula, bueeeeenas tardes.

Paula: ¿Puedes quedar en la plaça Catalunya?

Saray: Claro, ¿Por qué?

Paula: Para montar la moto del tío ese, jajajaja.

Saray: Mmm… ¿vale? Llevaré las llaves y eso.

Paula: Guay, nos vemos a las cinco. Un besito, guapa’’

Hago una mueca. ¿Un besito? ¿Guapa? Paula nunca dice ni escribe eso. Aun así, me encogí de hombros y preparé la vestimenta para la salida.

* * *

<<Joder, ya voy con retraso>>

Aligero el paso, hasta que por fin llego. Paula no ha llegado.

Me siento en el banco y jugueteo con las llaves de la moto. Es extraño que llegue tarde, ella siempre es puntual. Demasiado. Una sombra a mis espaldas, oculta el pequeño rayo de sol que me ilumina.

- Gracias por venir, esto… ¿Saray? Si, Saray. 

Cierro los ojos frustrada, ya me lo suponía.  

No estoy segura, no debería haber aceptado quedar. Una pregunta ronda mi mente, e instantáneamente sale por mi boca. 

- ¿Cómo tienes el móvil de Paula?

- Fácil. Robar como siempre.

- ¿Eres tonto?

Me levanto. Le miro y el me devuelve la mirada. Le voy a encarar, esta vez no pienso actuar como una niña pequeña asustada.

- De acuerdo. Acepto eso de no devolverme la cámara, pero el móvil de mi amiga me lo das. 

- Cuando me des las llaves y el tabaco.

- Más bien porros.

- Lo que sea, ¿me lo das? – arquea una ceja.

Me acerco un poco a el. He de admitir que estoy asustada, pero disimulo lo mejor que puedo. Mikel sonríe y se muerde el labio. De esta manera se le ve muy atractivo, más de lo que es. Cuando un chico es guapo, por muy mal que me caiga, siempre lo admito. 

- ¿Debería creerte? – le miro a los ojos.

- Esta vez, si.

Suspiro y le entrego las llaves. De nuevo he fracasado en algo que me proponía, en este caso, robar o trollear. Mikel sigue con la mano extendida. Frunzo el ceño y choco los cinco. Reímos un poco.

- ¿Qué? – pregunto.

- El tabaco.

- Eso está en mi casa, además, te compras otro.

- Prefiero los que robaste. Venga, vamos a tu casa.

Río sarcásticamente, Mikel, en cambio, se mantiene con una sonrisilla pícara. No da tiempo de mucho, cuando me veo agarrada de la muñeca por el fuerte brazo de Mikel.

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora