Capítulo 4.

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-          Mikel, aléjate de mí. ¡Sal!

-          ¡Pero si fuiste tú quien pidió que entrase contigo! – sonrío y me aprieta más.

-          ¡Socorro!

 Me tapa la boca para que no grite y sale, agarrándome del brazo con delicadeza. Mikel sonríe y me mira. De un tirón hago que me suelte y me alejo un poco. Le hecho un vistazo, ya que la otra vez no tuve ocasión. Es un chico ni muy alto ni muy bajo, con el pelo moreno mirando hacia arriba y un pendiente en la oreja. Muy atractivo, demasiado.

 -          ¿Y esa mirada? – sonríe y se muerde el labio – Te pongo, eh.

-          ¿De qué vas niñato? – le espeto muy enfadada - ¡¿Te crees guay o algo parecido?!

-          Relaja, nena. ¿Cómo sabías mi nombre?

-          ¡Pero qué te importa!

Le fulmino con la mirada y hago ademán de irme, peor nuevamente me agarra del brazo y me retiene.

 -          Estás muy sexy cuando te enfadas.

-          Tú estás muy gilipollas las 24h del día.

Tira de mí, haciendo que de nuevo estemos juntos. Provoca mi mala leche, y como salga, la señal de mi mano se quedará grabada en su cara durante de unos meses.

 -          Dame mi cámara – miro a otro lado, evitando sus ojos marrones.

-          ¿Aún sigues con eso? Que pesada eres, chica.

-          Entonces me sueltas.

-          Nah.

-          ¡Ni siquiera me conoces, joder!

 Ríe y finalmente me aleja de el. Pero aun me agarra el brazo.

 -          ¿Y qué tal si nos conocemos?

-          Paso.

-          Dime tu nombre, aunque sea.

-          Pa-so.

-          Eso dices ahora, luego te enamoraré y caerás a mis pies.

Y al fin, me deja libre. Suspiro, le lanzo una mirada de odio y corro hacia mis amigas. Por suerte, no han visto nada de lo ocurrido, así que no tendré que pasar por el típico interrogatorio.

 -          Menos mal tía, creíamos que te había pasado algo – comenta Lucía algo preocupada.

-          No mujer, como soy un poco tonta pues me perdí.

Rieron como locas y les seguí el juego, disimulando los nervios, que aun seguían por culpa de Mikel.

Al poco rato, entramos al instituto para informar a nuestro tutor de que nosotras nos íbamos a casa, pues que nos dejaban. Este no puso ninguna pega, ya que más chicos le dijeron dicho lo mismo mucho antes que nosotras. Por unos segundos me crucé con la mirada de Mikel, quien habla por móvil mientras abre su taquilla. Sonrió con picardía y desvié la vista un poco sonrojada. Se me ocurrió una idea tan absurda que no funcionaría, pero por probar no pierdo nada.

 -          Chicas, ¿Podéis esperar fuera? Tengo que hacer una cosa…

-          ¿El qué? – pregunta Paula algo confusa.

-          Una cosa, por favor, salir.

Se encogen de hombros y salen. Miro la taquilla de Mikel, que yace abierta. Luego le miro a el, que se pasea por el pasillo discutiendo por móvil.

Es el momento de actuar.

Corro a la taquilla, asegurándome antes de que no me ve y me pongo delante de ella. ¡¿Ahora qué?! Me muerdo el labio y cojo unas llaves… ¡Llaves de la moto! Y por último el tabaco.

Salgo fuera corriendo como cuando me vio en el intento de robar la moto, solo que esta vez no se ha dado cuenta de nada. Aun así, no me fío y corro. Paula me espera en la puerta del instituto, al verme suspira aliviada.

 -          ¿Pero qué hacías?

-          Nada. Correr.

-          Estás rara.

-          Que va… ¿Y las otras dos?

-          Se fueron, pasaban de esperar.

-          Que buenas, oye.

 Paula pone los ojos en blanco y se cruza de brazos un poco enfadada.

 -          No te enfades…

-          Pues cuéntame que has hecho.

-          De acuerdo, yo…

Un grito interrumpe mi explicación. Mikel habla con amigo, supongo. Parece muy cabreado y el miedo se propaga por mi cuerpo.

 -          Joder con el chaval. Bueno, sigue.

-          Ese chico es el que me robó la cámara el Viernes…

 Paula abre mucho los ojos. Mira a Mikel con una sonrisa y luego a mi.

 -          Que guapo, vaya.

-          Ya… y le acabo de robar las llaves de la moto y unos cigarrillos…

-          ¡¿PERO TU ERES TONTA?!

Le doy golpe en el brazo para que baje la voz. Cojo aire e intento no mirar a Mikel, pues estoy segura de que sabrá que he sido yo por mi mirada.

 -          Es venganza – añado en voz baja.

-          Como te descubra, lo pasarás mal.

-          No… no lo hará.

-          Saray, en algún momento lo sabrá.

Suspiro y le miro unos segundos. Increíblemente también me estaba mirando. Mantengo la vista fija, pero no lo consigo y miro al suelo.

 -          Yo mejor me voy.

-          ¿No quieres esperar a mis padres?

-          Prefiero irme ya.

Hago una mueca y me voy sin más. Estoy asustada, ¿y si descubre que fui yo? ¿me pegará? ¿Y si hace algo peor como ‘’castigo’’?

No, no hará nada. Él no lo sabe. Además, ahora estamos en paz, lo más razonable sería olvidarnos el uno del otro. O puede que no. 

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora