Seguido a la espectacular (o por lo menos a mi me pareció) entrada de Christian, apareció la presión en el pecho.
Jadeando, le observé bien: el pelo le caía sobre la frente; la camiseta blanca le marcaba todo su musculoso cuerpo y los vaqueros desgastados le caían con estilo por las caderas. Iba descalzo.
-Sin palabras, ¿eh? -desvié la mirada hacia el hombre de la cicatriz.
-¿Quién eres?
-Oh, ¿no me conoces? Soy Burn.
Me costó ubicar ese nombre tan familiar, y cuando recordé a Megan hablándome de él, retrodecí instintivamente hasta chocarme con la pared.
-Querida, no temas, toma asiento, no quiero hacerte ningún mal.
-Creo que me quedaré de pie. -contesté, recelosa.
-Bien, como quieras. -y dirijiéndose a Christian- Puedes retirarte.
Christian se alejó de mi, entrando en la oscuridad de nuevo; la presión disminuyó, permitiéndome recuperar la velocidad de mi respiración.
-Interesante reacción. Te molesta que esté aquí, ¿me equivoco? No te cae bien, no te inspira confianza. ¿Sabes por qué? Porque no puedes ver su aura.
-Si que...
-Chst. Claro que "puedes". Pero no la ves bien. Solo puedes ver lo superficial. Y eso, inconscientemente, tu cerebro lo sabe.
-¿Cómo?
-Oh, querida, nunca te rebelaría el cómo, a no ser... -y añadió con voz trémula- que te unas a mí.
-¿Unirme a ti? ¿Qué clase de descerebrada crees que soy?
-¿Descerebrada? Al contrario querida, tú eres espléndida, inagotable. Tienes un poder que no te puedes ni imaginar, y esos Cazadores no saben valorarlo.
Empecé a calentarme; noté como una especie de fuerza me iluminaba desde dentro, me llenaba de energía y de magia, me veía capaz de todo.
Me veía capaz de destrozar su aura acuosa y verde putrefacta y de destrozar también la de Christian.
-Estás loco.
-Puede que sí, puede que no; pero siempre, siempre, salgo ganando.
Christian. -le llamó.
Y con él, volvió a aparecer la angustia.
Llevaba en sus manos una especie de jeringuilla con un líquido viscoso y anaranjado. Con un rápido movimiento, me la clavó en el cuello, quemando a su paso allí donde me agarró, y despareció.
No tardé ni dos minutos en volver a desmayarme.
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Cazadores de conciencias.
RomanceMaya es una chica relativamente normal, excepto porque puede manejar mentes y leer auras. Cuando es trasladada a un nuevo instituto, todo son preguntas. ¿Quién es Christian, y por qué cada vez la toca la quema la piel, produciéndola quemaduras profu...