Citas rápidas - Parte 2

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Mi sueño es más grande que el universo mismo.

Después de una semana de mierda, donde me pude ir fácilmente al carajo pero me encanta ir contra la corriente y el masoquismo libertino que conlleva la palabra «vivir», mi querido Vicent ha sentenciado que debo compensar mi desliz del otro día con una semana de trabajo para su merced.

En resumen: yo trabajando una vez más para él en su club nocturno. Y como la cuota no está saldada, aunque poco me queda para ser libre de ella, tengo que seguir ganando pasta.

Ahora estoy atrapada en el salón de belleza con mi lima en mano dispuesta a hacer las mejores uñas de Hazentown.

Claro, mi trabajo sería más simple si solo tuviera que limar y ya. Para mi desgracia, escuchar las tragedias de otro va como añadido al alucinante paquete, como si no tuviera suficientes problemas en la universidad o me quiebre le cabeza esperando una respuesta sobre la expulsión de mi ex. Porque ¡sorpresa!, cuando creímos que el audio de Joseff Martin serviría como evidencia y llamaron a Jaime, él sembró la duda en el regordete y anciano rector.

Espero que el lunes todo cambie.

Mientras tanto, asentir y fingir que los dramas de otros me preocupan.

Casi acabando mi turno me tomo una buena taza de café mientras escucho a Sephora hablarle a una de sus empleadas sobre cómo el negocio se está volviendo muy pequeño para la barbaridad de clientes que hay. Yo sonrío para mis adentros porque sé que ella tiene merecido expandirse y seguir ganando clientes.

Casi acabando mi café, una de las chicas entra a la sala y me dice que alguien me busca. No puedo creer que, al salir con la idea plena de que me encontraré a otro cliente, me encuentre nada más y nada menos con el chico de los lunares.

—¿Joseff? ¿Qué haces aquí?

—Rápido —dice serio, y da enormes zancadas hasta mí. Me toma del brazo y arrastra hacia la salida. Yo no me libero; creo que estoy demasiado intrigada para hacerlo.

—¿Qué ocurre?

—Es Felix.

Mi corazón da un vuelco.

—¿Le pasó algo?

—Sí, se golpeó la cabeza y ahora no piensa como debería.

No jodas.

Antes de que Joseff pueda abrir la puerta principal y quedemos expuestos a la lluvia del exterior, me libro de todo agarre.

—Espera un momento. —Joseff voltea, confundido. En su rostro algunas gotas de lluvia resbalan—. Estoy trabajando, no puedo largarme así como así. Y ¿a dónde vamos?

—Felix va a asistir a un evento de citas.

Me doy un golpe mental para evitar darle un golpe físico a él. Mi casi-paro cardiaco creyendo que le sucedió algo malo le a Felix solo se trataba de un evento de citas, no algo más grave.

Después de un respiro mental, tomo aire y comienzo a tratar con un angustiado Joseff.

—Joseff, no puedes venir hasta mi trabajo, interrumpir mi hora del café y sacarme a arrastras de aquí solo porque Felix tendrá una cita —le regaño de manera confidente—. Si él decidió asistir a un evento así o quiere conocer a alguien más no podemos negárselo. Es una persona adulta, con buen razonamiento...

—Pero te gusta.

—Ya sé.

Guarda silencio. Solo entonces me doy cuenta de que estamos formando un maravilloso espectáculo frente a la clientela. Tomo a Joseff del gancho para arrastrarlo hacia el patio del local. Mientras tanto mi subconsciente me dice que haberle dicho dónde trabajo fue una pésima idea. Ya sabía yo que el chico era un rarito con todas sus letras, pero no a este extremo.

FelixWhere stories live. Discover now