¿Cuántas citas se necesitan para encender una bombilla? - Parte 2

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Holi 7u7



Al colgar la llamada Felix se queda pensativo. Él siempre luce así, distante del mundo real, inmerso en su propio mundo pero consciente de dónde se encuentra. Ahora, sin embargo, la persona presente frente a mí, por la que hice estragos en mi cabeza para venir a verle, tiene algo en mente que parece perturbarlo. ¿Qué le ocurre? Esa es una pregunta que me hacía constantemente al verlo.

—Mejor no hubieras respondido, tu ceño está más fruncido que antes.

Señalo su cara con mi índice, y él lo sigue como un gato sigue a una mosca. Cuando mi dedo está cerca de tocar su frente lo alejo creyendo que se apartará y dirá algo que remitirá una respuesta sarcástica. Pero no, Felix permanece quieto, con sus hombros caídos y los brazos en la mesa. Deja de seguir mi dedo para enfocarme a mí. Nuestros ojos coinciden.

Mi corazón podría estallar en este mismo momento... Si no fuera porque en la mesa continua deciden ponerse de pie y largarse.

El ambiente incómodo se siente como una patada en la ingle, comparación que se me ocurre cuando mis nerviosas piernas que no logran encontrar una posición cómoda bajo la mesa, chocan con las de Felix. Fingir demencia parece el camino sencillo.

—Entoooonces... ¿qué se supone que se habla en una de estas cosas? Digo, para que todo fluya natural. ¿Debemos hablar de la edad? ¿Nombres, familia, gustos? ¿Cosas enfermas a las que aferre mi apetito sexual? Porque todo eso hablé con los sujetos de antes.

—¿Incluyendo a Joseff?

—Excepto con tu amigo; él y yo hablamos de cómo nos mandarías al carajo. Afortunadamente, y de manera milagrosa, eso no ha pasado.

—Todavía —añade esbozando la más siniestra de sus sonrisas.

Auch.

—Bueno, el golpe que es avisado duele menos.

—En cuanto a las citas me he resignado, solo ocupo lo que dicen como inspiración para mi historia.

Incluso después de bromear con que me mandará a la mierda tiende a sincerarse así. El que lo encuentre tierno demuestra que tengo un lado demasiado vulgar y de poca empatía conmigo misma, pero no puedo evitar sonreír del privilegio que se me planea frente a mi nariz.

—¿Te inspirarás en personas? Ah, cierto, me inventaste una historia —se burla la Hell llena de orgullos.

—Eso fue una estupidez.

No para mí, querido. ¿Es que no te diste cuenta que hiciste latir mi corazón frenéticamente incluso cuando la premisa era digna de película setentera?

—¿Sería raro decirte que guardé la hoja?

Esa es la Hell locamente enganchada y muriendo de nervios.

—Sí.

—Ups... —Finjo culpabilidad con una actuación magistral para que crea que mi pregunta ha sido una joda—. Bueno, alguno de los dos tiene que recordar lo patética que fue, ¿no?

—Hice mi mejor intento.

—Y veo que lo sigues haciendo. ¿Si te hablo de mí podrás inspirarte en alguna historia? Más realista que una pandillera, claro. Puedo indicarte por cuál camino ir.

Se echa hacia atrás, apoya su espalda en el respaldo de la silla, su barbilla se eleva un poco, sus parpados caen achinando sus ojos, se cruza da brazos y hace un ademán.

FelixWhere stories live. Discover now