Capitulo XII: El despertar

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Inhalar.

Exhalar.

¿Por qué era tan difícil esas simples acciones? Lydia sentía el fuego recorrer sus venas precipitadamente. Polvo, tierra, gritos.

Se vio a si misma caer al suelo, rasguñándose las piernas, el vestido roto, el dolor era atenazante, como un fierro candente que no hacia más que lastimarla.

Intento esquivar el siguiente árbol, pero estaba débil, sentía las fuerzas drenándose de su cuerpo a una velocidad vertiginosa.

Escucho los pasos cada vez más cerca, hasta que se encontró tendida en el suelo, mirando la luna. La sangre brotaba, las múltiples heridas que se había hecho al huir, el cuchillo ,recordaba el cuchillo.

Brillante, filoso, mortal.

Ella no debería de pensar en la muerte, apenas era una niña, sin embargo, podía sentirla, acariciando su espalda con sus fríos y esqueléticos dedos.  Su visión se nublaba lentamente.

—No morirás, Lydia —le oyó, no era Peter, era Talía. Su rostro apareció en su campo de visión—. No te dejare hacerlo, vamos pequeña, se ha acabado.

No lo había hecho, ella sabia que no. La muerte era un dulce regalo que estaría más que dispuesta a recibir. Había tanto dolor.

Parpadeo.

La escena cambio, ya no se encontraba en medio del bosque, estaba sobre una cama, fría, oía el pitido de unas  maquinas a su alrededor.

Un hospital. Brevemente se abrió paso entre la nube de dolor, la conciencia de que estaba en un hospital.

Intento recordar el como llego allí, flashes que aparecían uno tras otro. Intento sin éxito respirar, el dolor en sus costillas le hizo jadear.

Alguien se aproximaba, reconoció a su madre, esta le acariciaba el cabello, su mirada preocupada.

—Todo estará bien, Lydia —dijo—. Talía se encargara de ello…

El fuego se extendió, quemando tan rápidamente que solo pudo gritar del dolor. Las imágenes comenzaron a deformarse hasta que solo escuchaba una voz gritándole. Una voz que gritaba su nombre.

Y luego, algo suave golpeaba contra sus labios, fue entonces cuando abrió los ojos.

Fue traída de golpe por un mar de sensaciones placenteras ,los labios de Stiles se encontraban pegados  a los de ella, suaves y calientes.

Nunca había pensado como seria su primer beso, no había tenido tiempo de pensar en ello demasiado, e incluso, siempre había pensado que un beso era solo eso: un beso.

Estaba completamente equivocada.

Una leve electricidad comenzó desde las puntas de sus pies, hasta el final de sus cabellos. Es como cuando escuchas una dulce melodía, o pruebas por primera vez el chocolate.

Se encontró respondiendo al beso y colocando sus manos sobre las mejillas de Stiles, aferrándose como si el fuera su único salvavidas en medio del mar.  Este respondió acercándola aun más, hasta que la fina ropa era la única separación que tenían.

Lydia se negaba a separarse, incluso cuando comenzó a quedarse sin aire, por alguna razón, Stiles había apartado a la oscuridad, y temía que si se separaba, fuera arrastrada de nuevo a ella.

Sus lenguas se entrelazaron, en una danza caliente y suave, el tiempo a su alrededor parecía detenerse, hasta que solo sentía a Stiles. Y la forma en que la sostenía, como si fuera valiosa, como si pudiera romperse con un toque descuidado.

Confía | Teen Wolf #4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora