Capítulo 1: Iniciativa de castración

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Corro por las calles de HimnoVida, es el complejo en donde vivimos los pocos que sobrevivimos en la tierra. Tengo un invento que mostrarle al señor Caravajal y no puede esperar. Un oficial de la Guarda Proyectual me detiene. Son tan molestos estos tipos, no te dejan hacer nada. Se supone que cuidan a los pocos humanos que quedamos y al planeta, pero a veces son tan densos.

—¿Y ahora qué? —me quejo—. Tengo prisa.

—Tu identificación, sabes las reglas.

Bufo y busco en mi morral.

—Si ya me conoces, Chuein, ¿para qué quieres la maldita tarjeta?

—No discutas —dice cuando le entrego el aparato magnético—. Erin...

—Elier —lo interrumpo al corregirlo, poniéndome de malas.

—Tu identificación no registra eso, sin contar que tienes una invitación pendiente en la iniciativa de castración. Deberías aceptar el ofrecimiento, tienes muchas deudas.

Presiono el puño, frustrado.

—Primero, Erin me lo puso mi madre, deseaba una niña y antes de morir en el parto, papá le cumplió su último deseo, poniéndome ese horrible nombre, pero ya estoy haciendo los trámites para cambiarlo. Segundo, dígale a sus superiores que me dejen de enviar esa invitación, ya la rechacé muchas veces, no me importa estar lleno de deudas, las voy a saldar todas.

Sonríe sin ninguna sutileza y me regresa mi tarjeta, así que cuando la guardo, salgo corriendo para seguir mi trayecto al taller de Caravajal.

Igual no lo culpo, es muy normal escuchar que una madre murió en el parto, así que nadie espera que sientan simpatía por ello. Hace mil años, más o menos por el año 4000, nació un virus que mataba a las mujeres, ya que se producía en el útero, por lo tanto las mujeres embarazadas siempre se han visto en peligro. Por esa época, había extraterrestres que nos ofrecieron su tecnología y hasta se pensaba que conseguirían una cura, pero todo fue en vano, así que terminaron por irse.

Los humanos estamos cada vez más cerca de nuestra extinción. Bueno, más o menos, en realidad se están extinguiendo las mujeres, así que cada vez que te encuentras con una en la calle, en realidad fue en alguna ocasión un hombre.

Exceptuando Asunseth, la hermosa y preciosa Asunseth.

Veo un cartel enorme de ella en lo alto de un edificio, entonces suspiro. Dicen que es la última mujer que existe, es tan perfecta y hermosa. Sin embargo las grandes corporaciones siempre dicen que es la última mujer encontrada, luego aparece una nueva esperanza. Espero que esta vez sea verdad, es distinta a todas las otras chicas que han mencionado.

¿Será un clon? Dicen que los clones son capaces de sobrevivir más.

Quisiera conocerla, incluso aunque esté fuera de mi alcance. Mi estatus social, mis deudas y esa estúpida iniciativa de castración me ponen todo en contra. Aun así no puedo evitar querer saber de ella, estoy hechizado, enamorado, todo junto.

—Tierra llamando a Elier, nos vamos a estrellar. —Me sobresalto cuando mi amigo de la infancia me agarra desprevenido, rodeando su brazo en mi cuello—. Deja de fantasear. —Se ríe.

—¡Astro! —grito—. ¡No me asustes así! —Frunzo el ceño—. ¿Qué haces aquí?

—Te paraste delante de mi empresa. —Señala el edificio—. Tarde o temprano te iba a ver.

AsunsethWhere stories live. Discover now