Capítulo 16: Grandes sacrificios

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Gracias al rastreador, me dirijo a donde quiere Valtec. El miedo inunda en mí cuando descubro que estoy delante de la entrada de un prostíbulo. La tan famosa lista negra de los que se niegan se encuentra ante mí. Son los usuarios que están peor por culpa de la compañía PlanetFem.

Si pudiera deshacerme de este lugar...

Miro los artefactos que traje para defenderme y salvar a Sabina, entonces me encamino a entrar al infierno.

Gritos y gemidos pueden escucharse mientras avanzo por el pasillo. El rastreador titila, así llego a la última puerta. Debo prepararme mentalmente, podrían estar atacando a Sabina en este mismo momento. Cuando se activa la puerta, esta se desliza, no veo nada más que a ella, llorando en el suelo. Permanezco alerta y camino despacio para acercarme.

—Es tarde —aclara al mirarme a través de sus dedos que cubren su cara—. No lo haré.

Trago saliva.

—Está bien, vámonos. —Le ofrezco mi mano.

—¿A dónde? —Escucho detrás y rápido me giro.

Frunzo el ceño.

—Valtec.

—Mis dos esposas juntas, qué dicha —se regodea.

—No soy tu esposa —aclaro.

—Todavía no, pero pronto ¿Cuándo dirás que tu marido no se fue de viaje? No hay mucho a donde ir en HimnoVida, es más fácil tirar un cuerpo fuera de nuestros complejos que viajar por estos.

—¿Lo mataste, cierto? —me atrevo a preguntar con miedo.

—¿Yo? ¿Matar a Astro? ¿Qué gano con eso? Su padre me destruiría.

—Dile a Tirilla que me perdone —susurra Sabina, creo que delira—. Yo no sabía... no sabía, soy un monstruo. —Sigue llorando.

—¿Tirilla? —Me distraigo.

—Era mi exesposa —contesta Valtec—. Murió hace poco aquí, fue muy triste. Lástima, Sabina irá por el mismo camino, debe ser el karma —se burla.

—¿Piensas que somos tus juguetes? —Frunzo el ceño—. Estás muy equivocado, no somos desechables, somos personas.

—Ese espíritu de lucha es el que me atrae de ti, si lo mantienes justo como ahora, creo que jamás serías desechable. Las que se rinden son las que me aburren, lo digo en serio. Mírala a Sabina, por ejemplo, yo pensé que sobreviviría un día aquí y resultó ser más débil que mi ex, ahora siento lástima por Tirilla.

—Me das asco, psicópata.

Antes de que pueda hacer cualquier cosa, tiro mi bomba de gas, pero en realidad es una bomba eléctrica y destructiva, así que explota, entonces salimos volando fuera del edificio. Mis inventos fallidos no sé si son mi ayuda o mi desgracia. Me levanto del piso, adolorido, luego auxilio a Sabina. El edificio se quema y la gente sale corriendo, usuarios son liberados. No falta mucho para que la Guarda Proyectual venga, debemos largarnos de aquí pronto.

—Vámonos, Sabina, debemos ir al canal —le recuerdo.

—Te dije que no lo haré. —Llora la pelirroja.

—¿No quieres vengarte?

—No quiero nada, deseo irme. —Se suelta de mí y sale corriendo.

AsunsethWhere stories live. Discover now