Epílogo

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Meses después.

Ha pasado tiempo desde que PlanetFem se derrumbó, solo quedan recuerdos de lo que antes era HimnoVida, aunque nadie quisiera admitirlo era un desastre. No se huyó de aquella masacre, se huyó de todo lo que representaba. Ya pocos quieren estar en esa ciudad, pues la mayoría se fue a la nada misma, a kilómetros de aquel domo que los resguardaba. Aquí el viento es cálido y se ve la arena moverse. Lejos de los recuerdos de una abundante civilización que casi ni tenía sentido.

Como yo, Keller recuperó su cuerpo y también se fue de HimnoVida, a buscar algo mejor. Suhal por su parte siguió siendo mujer, pero tampoco se quedó en la ciudad, se fue con Caravajal, dirigiéndose a otros rumbos. Supe que Sabine murió en las explosiones, me entristece recordarlo, siento que pude haber hecho más. Valtec tuvo lo que se merece, fue acribillado por unos cuantos rebeldes, oí que luego se les cayó una pared encima.

La muerte trae más muerte.

De Asunseth y Leviatán no escuché nada más, después de aquel incidente en el que me traicionó, se esfumaron como la arena que vuela en este desierto.

¿Y Alekei? Desconfiaba, pero mis sospechas fueron mera especulación. Al final es una buena persona, cuidó de mi hijo y luego se marchó. Supe que inició un nuevo trabajo en la ciudad, o lo que queda de esta. No pregunté de qué se trataba, aunque no creo que ya haya algún cargo administrativo en ese lugar desolado.

Ya no hay nada.

Me mantengo sentado en la arena mientras sostengo a mi hijo. Ya está enorme, ya camina, no puedo dejarlo por ahí suelto. Revuelven mi cabello corto, así que alzo la vista, viendo a Astro, luego se sienta a mi lado a ver el oasis.

—Estoy listo —aclara.

Giro mi mirada a observarlo fijo.

—¿Listo para recordar?

Sonríe.

—Sí.

Ah, sí, me faltó hablar de Astro, ¿pero qué puedo decir de él? Sigue siendo mi compañero de viaje a donde quiera que vaya. Con o sin memoria siempre hay algo más. Quizás es el ADN, un asunto del corazón o porque lo conozco de hace tanto que hay una conexión. Parecen temas de extraterrestres, pero el universo solo sabe lo que hace.

Pongo mi mano en su rostro y las venas brillan.

—¿Lo sientes? —consulto.

—Es el universo.

—Así es —susurro.

Entenderlo es la base de todo para continuar. Ese es el legado del ADN, únicamente se necesita ver más allá y ese camino lo recorreremos juntos. Un camino que se puede comprender nada más gracias a las sensaciones que crecen. Son indescriptibles, como magia, son como estrellas en el firmamento. Solo debes prestar atención y ahí estará la paz. 

AsunsethWhere stories live. Discover now