Capítulo 6: La corrupción del ADN

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Al final me decidí por ponerme extensiones de pelo, pues no sé qué tenía esa peluca que me picaba. Lástima, para lo único que la extrañaré es para quitármela y tirársela a alguien cuando me diga algo grosero. Ojalá la tuviera ahora, las miradas de la gente de la universidad me irritan. Saco una coleta de mi cartera, así me alzo el pelo que me molesta mientras avanzo hacia el laboratorio. Llego a este, entonces visualizo a Atrión, un compañero de trabajo que siempre se encuentra aquí. Él alza la vista y enarca una ceja, luego chifla.

—Así que era cierto.

—Cállate —expreso molesto, luego tiro mi cartera en una silla, para después dirigirme a agarrar una bata—. ¿Mejoraste el proyecto o todavía sigues en Babia? —le consulto.

—La verdad no me puedo concentrar viéndote vestido así. Además ¿Para qué quieres aumentarle la frecuencia al receptor? —Levanta el aparatito que estaba en la mesa—. Cuando recibí tu mensaje me pareció absurdo.

—Primero, gracias por hablarme en masculino. —Suspiro—. Me canso de corregir a todo el mundo. —Levanto dos dedos—. Segundo, concéntrate y punto, no te importa lo que tengo puesto. —Luego muevo la mano—. Y tercero, si quiero espiar conversaciones ajenas, necesito más frecuencia.

Se ríe.

—Así que modo espía, pero mejor que no te descubran, no deberías ni intentarlo. —Se acerca hasta mí, apoya su mano en la mesa que tengo a mi lado y su rostro se aproxima al mío, yo mantengo mi seriedad—. Te meterás en problemas y ahora se supone que eres frágil.

—No me importa mucho. —Levanto el puño y sonrío—. Le voy a ganar a PlanetFem.

—Así que es por eso, ir en contra de una empresa va a ser peligroso, ¿sabes?

—¿Y? —Enarco una ceja mientras pongo mi brazo en mi cintura.

—Señorita, Erin. —Veo al director en la puerta de la sala—. Esas actitudes no son correctas —expresa al verme muy cerca de Atrión.

—Qué curioso, él es el que se me insinuó —me defiendo.

—Pero usted es la que está en el protocolo, usted debe hacerlo valer.

Frunzo el ceño.

—No hice nada.

—No me haga llamar a PlanetFem —aclara—. No quiero problemas en mi institución.

—Director, yo fui el desvergonzado. —Se aleja Atrión de mí—. No hace falta llegar a ese extremo.

—De todas formas llamaré al menos a su esposo —expresa el directivo—. Tener a una alumna en esa iniciativa me da a pensar que es mejor seguir todos los protocolos sin excepciones.

—No meta a Astro en esto —opino en un gesto de extrañeza—. Está trabajando, debe encontrarse muy ocupado, sin contar que no ha pasado nada.

—Mis ojos dicen otra cosa. —Se gira para irse—. Buscaré el número de tu coordinadora por las dudas, mejor que esté unos días por aquí.

Se oye como cierra la puerta con fuerza.

—Qué paranoico —opina Atrión y luego se ríe—. Bueno, yo también me asustaría, PlanetFem parece mafia. A mi primo le llegó esa invitación y no dejan de insistirle —me cuenta, girando su vista hacia mí—. Qué suerte que no tengo esos problemas. —Se dirige a la mesa a seguir con su proyecto.

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