Capítulo 4: Cásate conmigo aunque duela

147 20 12
                                    

No sé qué es más ridículo, usar vestido o peluca. Esta última dicen que debo utilizarla hasta que me crezca el pelo, es para la transición. Parece estúpido, en vez de avanzar retrocedimos con los años. Si antes las mujeres reales tenían cabello corto o mejor dicho el corte que quisieran.

—¡Odio esto, me pica! —grito recostado en la cama y al final termino por lanzar mi cabellera falsa al suelo.

Y a todo esto ¿Dónde está Astro? ¿Se perdió por el inodoro?

Me levanto del colchón y camino descalzo en dirección al baño. Hace un poco de frío con este camisón, prefiero el pijama. Me estresa todo este protocolo tan falto de integridad y estereotipos sin sentido. Golpeo dos veces en la puerta, entonces me sobresalto cuando la abre de manera abrupta.

—¿Qué pasa? —le consulto viendo su accionar.

—Yo... —Hace una pausa que parece eterna—. Creo que dormiré en el sillón —aclara de repente.

Me río.

—No digas bobadas, esa cama es enorme.

Baja su vista hacia mis piernas.

—¿Quieres... ¿Quieres uno de mis pantalones? —pregunta viendo mi piel de gallina.

—Estoy bien, es el protocolo, además me puedo cubrir con la manta o cambiar la temperatura ambiente con el aparato.

—Sí... —Se dirige hacia el living—. Iré a dormir al sillón.

—Ven a la cama, nos van a reprender. —Señalo las cámaras.

Se detiene y se mantiene de espaldas hacia mí.

—No puedo... no puedo hacerlo —susurra para sí mismo y presiona el puño—. Pero tienes razón. —Se gira de manera abrupta, así que me sobresalto.

Camina hasta mí con potencia y me agarra del brazo, rápido me hace caminar al cuarto, entonces nos tira sobre la cama, acto seguido termino chocándome con su torso.

—¡Con esa intensidad me vas a matar de un susto! —chillo y lo veo muy serio mirando al techo, así que no continúo quejándome—. Estás raro ¿Te encuentras bien? —Puedo sentir su respiración agitada y su corazón moviéndose de una manera veloz—. Astro...

—Estoy bien —solo se limita a decir.

—¿Seguro?

—¿Crees que haya cámaras aquí? —cambia de tema.

Observo el cuarto, pero no visualizo nada.

—Si hay deben ser diminutas —opino, luego vuelvo al asunto anterior—. No tienes que estar nervioso, ya hablamos de esto, hemos dormido juntos antes. No es lo mismo que una cama... —Me río—. Pero la silla de un bar tiene sus contras, al menos no te dolerá la espalda aquí.

—No estoy nervioso —dice sin expresión en el rostro y mantiene la mirada fija en el techo, intentando no observarme.

Me acerco a su cara, entonces se estremece.

—¿Temes que te ataque en la noche? —me burlo—. Pareces tú el disfrazado y obligado.

Su corazón se siente como si fuera más rápido, entonces abre su boca despacio.

—¿Y qué pasa si soy yo el que te ataca? —No suena a chiste, lo expresa bastante serio.

Me quedo un rato procesando lo que dijo, luego reacciono y me río.

AsunsethWhere stories live. Discover now