Capítulo 11: La semana del protocolo

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Voy a besar a Astro, por propia voluntad, sin que nadie me diga que lo deba hacer. Mi corazón se mueve con fuerza por los nervios, mis labios tiemblan, me sostengo con fuerza de sus hombros, entonces decido juntar mi boca con la suya. No puedo perder la apuesta con Alekei si cumplo el protocolo por una semana, entonces conseguiré el número de la esposa de Valtec. Su aliento es cálido, hay una humedad en el movimiento de nuestro tacto y la suavidad se siente cuando el beso se intensifica.

—Te dije que fingieras que no te importaba —lo reprendo.

—Lo siento. —Me observa de forma penetrante.

Se relame los labios, entonces suspiro y lo vuelvo a besar, repitiendo el beso. Sin soltarlo espío a los presentes, algunos miran disimuladamente como yo. Sabía que había espías de PlanetFem. Si no hay cámaras, hay personas. Continúo con la boca de Astro, dejando de observar a los comensales.

Si sigo así, esta apuesta será pan comido, ya gané.

Rato después, salimos del restaurante, agarrados de la mano con Astro, vemos a Alekei esperándonos, así que le muestro la lengua, en señal de burla.

¿Para qué? Creo que lo enfadé.

No importa, voy a insistir, esto será fácil, voy a ganar.

~~~

Días después.

Perdí.

Caigo de rodillas, intento procesarlo, reacciono y me levanto, agarrando la ropa de Astro, furioso, el cual se mantiene sentado en su silla, mirándome asustado por mi arrebato.

—¡¿Cómo pudiste?! —le grito.

—¡Me engañó! —aclara.

—Calma —expreso nervioso y lo suelto despacio, dirigiéndome a sentar a la silla de su costado—. Todavía puedo salvar mi miembro, me queda un día. —Dejo de estar pensativo, observo a Astro, desafiándolo, entonces le insisto—. A ver, explícalo todo.

Él traga saliva.

—Verás, yo no firmé esto, lo juro. —Pone el documento sobre la mesa de nuestro living—. ¿Cómo podría traicionarte con eso?

—Pero tu firma está en el acta —insisto y le aclaro—. No vamos a tener un hijo de prueba.

—Claro que no, yo no lo firmé.

—Me acabas de decir que te engañó.

—Sí, pero yo firmé otra cosa, algo del trabajo, ni siquiera se lo firmé a él.

—Espera un segundo. —Hago una pausa—. Alekei seguro sabe que lo estamos engañando, si no acepto esto voy a perder.

—¿Quieres decir que vamos a adoptar un clon? —Me mira extrañado.

—No puedo tener un bebé llorando en esta casa, pero...

—No podemos, no estoy listo —expresa nervioso—. Tampoco es que yo sepa si deseo ser padre.

—Pero... —Miro el papel un segundo, cuando lo dejo de contemplar perdido en mis cavilaciones, reacciono y observo a Astro—. Si no acepto tu firma, me van a cortar el miembro.

—¡Yo no firmé! —insiste.

—¡Ya te engañó, acéptalo!

—Pe... pero Elier...

—Olvídalo, la semana del protocolo está por terminar, no nos queda de otra, además existen los robots, los robots se encargarán.

—Sea un clon o no, es una vida —me aclara.

—¡Lo sé! —chillo—. ¿Pero qué quieres que haga? También es mi vida la que está en juego.

Astro apoya su frente en la mesa, derrotado.

—Ah, ¿por qué hiciste esa apuesta? —se queja.

Enarco una ceja.

—Bien que disfrutaste todas las veces que te besé.

—Cállate. —Bufa.

—Bien, adelantamos pasos y no vino de mi vientre, mejor.

—No hables más, Elier, tu apuesta es un asco.

—¡Todo esto es un asco! —Alzo la voz, angustiado.

—Yo pude haber conseguido el número de esa mujer, pude haberle preguntado a mi padre, pude...

—Deja de dramatizar que voy a llorar por culpa de los efectos secundarios del medicamento. —Ya estoy lloriqueando.

Alza la cabeza.

—No llores.

—¿Y qué quieres que haga? —Me cubro el rostro con ambas manos—. ¡Ay! —Me sobresalto cuando siento que me abraza.

—Qué acaramelados. —Oímos y reacciono sobre separarme de Astro, pero cuando veo que es Alekei, vuelvo a abrazar a mi esposo, así que el coordinador se ríe—. Adorable.

—¿Qué haces aquí? —me quejo—. ¿Quién te dejó entrar a mi casa?

—El robot me tiene registrado, puedo entrar cuando quiera.

—¡Aléjate de mi privacidad!

—Desde que firmaste con PlanetFem, ya no tienes vida privada.

—Di lo que haces aquí y vete —insisto.

—Mañana termina nuestra apuesta, vengo a ver que tengan todo listo para el cuidado de un bebé. —Mira el lugar—. Bueno, yo creo que está bien —opina—. Traeremos algunas cosas.

—¡Ya vete! —le grito.

—Tranquila, no los interrumpiré, solo estoy monitoreando que los empleados no se olviden de traer nada para el niño que llega hoy. —Observa a la gente y las máquinas que entran, trayendo cosas a la casa, mientras anota en su tableta—. Cuna, pañales, un robot vigilia, juguetes ¡Oh, sí, la mamila! Aunque no me preocupo, seguro en un futuro tú podrás darle —se burla, mirándome con malicia.

—¡Lárgate! —insisto.

—¿De verdad creíste que podías engañarme?

—Por favor, Alekei, vete —pide Astro mientras sigue abrazándome.

—Perdón, ya no los interrumpo más, ya gané —continúa burlándose—. De otra manera, pero igual lo hice. —Ríe.

Lo odio, tenía todo pensado, nunca fue su intensión vencerme, tenía todo planeado para la llegada de un pequeño a esta casa.

~~~

El llanto de un bebé se escucha en el ambiente, me levanto de la cama y camino hasta la cuna. Alzo al nene, entonces le doy palmaditas. No puedo creer que una apuesta me haya llevado a esto.

Al menos no es una niña, dicen que se mueren al año. Sería muy triste tener que cuidar de una criatura y después verla fallecer.

Y aquí comienza mi etapa de madre, la cual no debería existir. 

AsunsethWhere stories live. Discover now